ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
La sorpresa en el resultado de la primera vuelta de las elecciones brasileñas no es el triunfo parcial de la presidenta Vilma Rousseff. Tampoco lo es la derrota definitiva de la candidata socialista, Marina Silva, cuyo triunfo, hasta hace un mes, parecía inevitable. Ni siquiera podría considerarse como sorpresivo el resurgimiento del hasta entonces tercero en discordia, el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña, Aécio Neves, porque en los últimos días de campaña las encuestas reflejaban la tendencia creciente de su hasta entonces alicaída opción.
La verdadera sorpresa es que el exgobernador de Minas Gerais, un economista de 54 años con pinta de galán maduro, se ha convertido en real opción de poder ante una Vilma Rousseff quien, durante la primera vuelta, descargó toda su artillería verbal en contra de Marina Silva. Para la segunda y según algunos analistas, la mayoría de los votantes de la exministra del Ambiente (algo menos del 22%), se decantarían por un Neves que no entró en el duro combate protagonizado por las dos mujeres.
Sobre Rousseff pesa una recesión económica que, eventualmente (y aquí Neves ha puesto el énfasis en su discurso propositivo) afectaría los programas sociales (Bolsa Familia) que habrían sacado de la pobreza a 30 millones de brasileños. A su juicio es necesario "limpiar el Estado" y adelantar un cambio, en las políticas económicas, que permita recuperar el crecimiento y asegure la continuidad de los programas sociales.
Pero en caso de que gane Neves el próximo 26 de octubre el cambio en política exterior sería determinante y sobre todo en el caso del gobierno venezolano. Mientras las relaciones de Rousseff y de Lula con el chavismo han sido de acercamiento, mutua complicidad y estrategias conjuntas, Neves ha sido contundente al criticar la violación de los derechos humanos en nuestro país y señalar que se impone, por parte del gobierno brasileño, una posición "firme y equilibrada" que facilite el diálogo y una salida democrática. Una postura ante la cual ha permanecido distante y complaciente una señora Rousseff cuya lánguida pasantía por el gobierno ha carecido del buen juicio de un Henrique Cardoso, quien echó las bases del crecimiento económico y de un Lula que lo aprovechó para disipar la ahora amenazada creación de una nueva clase media brasileña.
@rgiustia
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