Moisés Naím / @moisesnaim
La súbita e inesperada caída de los precios del petróleo a más de la mitad desde el verano pasado ha sacudido al mundo. Algunos de los impactos han sido inmediatos y visibles; otros no.
En los países que dependen de las exportaciones de petróleo para mantener a flote su economía, la población sufre duros recortes en los presupuestos gubernamentales, la devaluación de su moneda y, en general, una situación económica difícil. Venezuela, Irán, Nigeria y Rusia son de los más afectados. En conjunto, los países exportadores de energía han dejado de percibir 2.000 billones de dólares en ingresos por año. En cambio, los consumidores de petróleo se han beneficiado significativamente: para cada estadounidense, por ejemplo, la caída de los precios ha significado un ahorro equivalente a un aumento salarial del 4,5%. La inflación mundial media también ha disminuido, la agricultura se ha beneficiado y muchas economías se han visto estimuladas por los más bajos precios de la energía.
Ahora comienzan a aflorar los sorprendentes efectos indirectos del petróleo barato. Son muchos, y cada vez aparecen más, pero hay tres muy interesantes: primero, el estímulo a eliminar o reducir subsidios que son muy inequitativos; segundo, el impacto sobre los mercados financieros mundiales, y tercero, la presión sobre los productores de energías renovables (solar, eólica, etcétera) para que bajen sus costos y puedan competir más exitosamente contra el carbón, el gas y el petróleo.
1) Los subsidios: Muchos Gobiernos mantienen los precios del combustible y la electricidad artificialmente bajos y compensan las pérdidas de los productores con subsidios que salen del erario nacional. Esto cuesta 540.000 millones de dólares al año. Estudios del Banco Mundial prueban que esta política exacerba la desigualdad, ya que este gasto público beneficia más a los que más ganan. En Oriente Próximo, por ejemplo, entre el 60% y el 80% de estos subsidios benefician al 20% más rico de la población, mientras que a los más pobres solo llega el 10% de los subsidios energéticos. Lo ideal es eliminar estos inequitativos subsidios generales y reemplazarlos por ayudas que lleguen directamente a la población con menores ingresos. Pero los Gobiernos temen la reacción de las clases medias y altas al aumento de lo que pagan por la gasolina o la electricidad. Sin embargo, gracias a la caída de los precios, ahora se están atreviendo a hacerlo. De India a Marruecos y de Malasia a Kuwait, cada vez más Gobiernos están reduciendo los subsidios a la energía, ya que la caída de los precios mundiales del petróleo amortigua el impacto de esta medida.
2) El mercado financiero mundial: Cuando los precios del petróleo están altos, los países exportadores acumulan enormes cantidades de dinero. Muchos de ellos han creado fondos soberanos de inversión para colocar en los mercados mundiales estos excedentes financieros, comprando acciones y bonos. El fondo de inversión soberano de Noruega, por ejemplo, tiene activos por 893.000 millones de dólares y es el dueño del 1,3 % de todas las acciones y bonos en el mercado mundial. Los demás fondos de este tipo han acumulado activos valorados en 7.000 billones de dólares. Cuando los ingresos petroleros caen, muchos de estos países se ven obligados a utilizar esos fondos para cubrir las brechas que hay entre sus ingresos y gastos públicos. Por ello tienen que salir a vender ingentes cantidades de acciones, bonos y otros valores. Esto va a generar importantes cambios en la propiedad de muchas empresas importantes que ahora saldrán a la venta. Veremos muchas sorpresas en este campo.
3) Sol y viento: Las energías renovables y menos contaminantes venían compitiendo en desventaja contra el carbón y los hidrocarburos. Simplemente es más caro usar el viento y el sol para producir energía que usar carbón o petróleo. Y esto, por supuesto, es malo para el medio ambiente. Recientemente, han venido bajando los costos de producción de las energías renovables, aunque todavía siguen siendo más caras. Pero la caída del precio del petróleo hará que, para sobrevivir, la industria de energía solar o la eólica se vean forzadas a avanzar aún más en la reducción de sus costos. Así, cuando vuelva a subir el precio de los hidrocarburos —cosa que tarde o temprano sucederá— las energías renovables y menos contaminantes tendrán costos y precios que les permitirán competir mejor que nunca contra el carbón y el petróleo. Y esto es una buena noticia.
Todos estos efectos dependen de cuán largo será el periodo en el cual los precios del petróleo permanecerán relativamente bajos. Según Rex Tillerson, el jefe de ExxonMobil, “esto durará bastante tiempo”.
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