MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
La renuencia oficial a admitir y atender el entorno social más conflictivo de los últimos 100 años, lejos de atenuar la inocultable crisis que afecta sobre todo al más pobre, la incrementa. La negación ha sido siempre política invariable del aparato informativo estatal. Los conflictos como escasez, delincuencia, anarquía, y, "desarreglo administrativo", son inocultables. No obstante ello el régimen persiste con su frívola y fatigosa publicidad por cuantiosos medios bajo su égida, a modo como la hacen los canales privados para promover telenovelas. La telenovela es fantasía; el hambre una dura realidad ostensible en cualquier calle del país.
En ese orden se circunscriben las declaraciones del ministro de Interior, Justicia y Paz cuando fue abordado por periodistas buscando respuestas ante el creciente índice de criminalidad. El recién nombrado funcionario apeló "a un acto de fe" cuando afirmó: "estoy seguro que la delincuencia está disminuyendo, te lo puedo jurar". También apoyó su respuesta en un supuesto género cualitativo y cuantitativo de carácter matemático-aritmético.
La aritmética, una de las expresiones más simples de las Ciencias Matemáticas, está al alcance de la mayoría; hasta de pequeños buhoneros que venden baratijas. Todo el mundo está al corriente del número de cadáveres que ingresa a las morgues del país secuela de la criminalidad. Ciertamente el cosmos infinito de las matemáticas tiene complejidades que pudieren intrincar el más simple análisis de un evento; pero no la aritmética básica.
Por ejemplo, la geometría proyectiva, rama del análisis matemático, se obtiene cuando el observador se instala al frente de un punto y una vez en él, no puede ver los puntos consecutivos que están detrás pero que obviamente existen. La violencia masiva es perceptible a la vista de todos y está detrás de los parajes que el ministro no ve porque no se ladea de la punta de la línea.
Lo mismo ocurre con las interminables colas en abastos y farmacias. El gobierno pretende negarlas escondiendo a la gente en sótanos o en rampas fuera del alcance visual del transeúnte. De nada servirá a los "inspectores del orden" ocultarlas si ese transeúnte también es víctima de aglutinamientos cuando intenta comprar medicinas, una lata de leche, batería o neumáticos para su vehículo. En este ámbito tampoco servirá recurrir a la geometría proyectiva, pues basta un pequeño movimiento lateral para advertir los cientos de puntos que conforman la larga fila.
Los disfraces sirven para satisfacer la presunción disimulada del quien lo lleva, pero no para esconder el sufrimiento del "otro" que con cara descubierta debe confrontar las vicisitudes de una nación decadente que no detiene su ritmo hacia el atraso. El régimen busca que nuestro miedo ante la centralización y concentración de medios que niega la realidad, se convierta en profecía que se realiza a sí misma. En otras palabras, que la gente no reaccione porque el "hecho ya está cumplido". Así ocurrió en Cuba.
De nada servirá al gobierno continuar con operetas exhibicionistas colmadas de arrogancia para disimular el descalabro. Los términos guerra económica, burguesía corrupta, pitiyanqui, escuálido, magnicidio, contrarrevolución, apátrida, ya no calan en el espíritu colectivo. Tampoco servirá recurrir a la aritmética simple, geometría proyectiva, matemática discreta, ingenuidades numéricas, o cualquier otra rama de "la erudición" que se le ocurra a algún burócrata, para quien padece los efectos deshonrosos de las colas.
Mientras se profundiza la crisis social y económica del país, el gobierno insiste en coartadas tontas para proseguir con una fantasía conducente a la colisión. El voto siempre ha sido importante; pero hoy, como en ningún tiempo, tiene tanta preeminencia. Titubear al respecto es lo que busca el gobierno. ¿Cederemos al respecto?
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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