ALEXANDER CAMBERO | EL UNIVERSAL
El presidente ilegítimo es el tembloroso capitán de un barco a la deriva. Su pulso debilitado por sus múltiples carencias y debilidades, lo hacen que sea presa fácil de la desesperación. Las tempestuosas aguas del poder político, van transformándolo en un hombre que no saber qué hacer en los momentos cruciales. Las piernas se tambalean ante la dificultad, la escasa reserva intelectual se sumerge en su poca profundidad, haciendo que la lengua desvaríe. Un verdadero suplicio para quien disfrazarse de presidente debe costarle un montón.
A veces juega el papel de creerse un estadista que el mundo admira por el poder de su cerebro. Hace algunos días la presidente de Argentina Cristina Fernández de Kirchner, en la reunión de Mercosur escenificada en Montevideo, en donde Venezuela asumió la conducción pro témpore del organismo multilateral, indicó que quien ha debido presidir el ente regional era Hugo Chávez. Prácticamente le dijo en su cara que estaba allí por un golpe de suerte del destino. Solo la muerte de su mentor y el posterior fraude electoral montado con la anuencia del oficialista CNE, lo han convertido en el primer magistrado nacional. Son tan ineficaces quienes conducen la política informativa oficial, que trasmitieron en horario estelar el momento en que la líder sureña dejaba en ridículo al asustadizo usurpador criollo. Creemos que la falta de tino es tan contagiante que funcionarios inteligentes rodaron. Mostrar que el actual mandatario solo es una circunstancia, refleja que hasta su propio equipo reconoce su incapacidad.
Ahora lo vemos diariamente como un simple imitador. No existe en él algún rasgo de originalidad, siempre es la copia al carbón de las que cosas que le resultaron a su antiguo preceptor. Trata de engolar la voz para mostrar fortaleza ante el reclamo general de un pueblo que siente como su esperanza se esfuma. Son por demás elocuentes sus discusiones con personas humildes que le increpan su incapacidad para asumir la solución de los problemas.
Otra muestra de debilidad ha sido sus apreciaciones con respecto a la gira de Henrique Capriles por Chile y Perú. En sus patéticas intervenciones habló pestes de las actividades del entusiasta líder democrático. Si la gira fue tan improductiva y con poco relieve para nuestro devenir político ¿cuál es la mortificación? , si Capriles hizo el ridículo ¿por qué tanto dolor?
En Miraflores debe contar con un amplio armario en donde guarda sus disfraces del día. En cada evento posturas diferentes para buscar el liderazgo que no tiene, cuando las cosas aprietan saca de la galera a Hugo Chávez para llorar sobre su rostro y de esa forma buscar una conexión espiritual que lo haga tomar un poco de oxigeno de ultratumba. Una opereta bufa en donde el usurpador representa el triste papel de ser el telonero de tercera del régimen cubano, copiosas lágrimas y nuevas directrices para abastecer las arcas cubanas. Es lamentable que alguien sin definiciones claras nos lance al despeñadero. Que sus incontables carencias arrastren también al futuro del país, poniendo en la horca a millones de venezolanos que padecen la despiadada acción de esta crisis originada por el gobierno boliburgués. Un hombre que juega con las armas cortas del mandatario sin talento. Las confusiones abundan hasta terminar escuchando ciegamente a quien lo dirige. Nicolás Maduro es simplemente un hombre que carga una banda presidencial que nació de un descomunal fraude. Aparece en actos oficiales y hasta se muestra con cierta magnificencia, sin embargo detrás de la escena teatral, están los verdaderos amos de quien ni siquiera se sabe su lugar de nacimiento.
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