HERBERT HUDDE | EL UNIVERSAL
Hace unos días repitieron (dos veces) en VTV un Aló Presidente en el que Chávez explicó las iniquidades del capitalismo con dos ejemplos, de los cuales comentaré hoy el que sigue.
En cierta zona de Apure, donde se dan unas excelentes patillas, hay campesinos que las cultivan, y para comercializarlas van a un pueblo cercano, en el que hay un perverso capitalista explotador que posee un local con depósito, supongo que refrigerado, y un camión cava, quien les compra las patillas por un bolívar el kilo. Después, el pérfido lleva las patillas a San Fernando y otra ciudad, donde las vende a 10 Bs/kilo. Es decir, que lo que el vil villano compra a 1 Bs/kilo, lo vende a 10, ganándose un platal con ese grotesco margen.
Con el imán que Chávez tenía para meterse a la gente en el bolsillo y convencerla de cualquier cosa, presumo que al terminar el relato anterior, los pobres ministros y demás que eran obligados a calarse esos Alós los domingos, estarían enfurecidos contra el malvado del cuento, y se dirían entre ellos, o pensarían, algo como esto: "vaya maligno degenerado, cobrar 10 por lo que él compra a 1; que despreciable y asqueroso es el capitalismo".
Vamos a jurungar un poco esta ilustración de lo que es la canalla capitalista según Chávez, aclarando que en ningún momento he dudado de la veracidad del cuento.
Primero, como nos enseña la Microeconomía, materia que Giordani parece olvidó explicar a Chávez, cuando en capitalismo hay una actividad que reporta ganancias exorbitantes, muchos acuden a competir con los que ya están en esa actividad, de forma que al repartirse el mercado entre más gente, van bajando las ganancias de cada uno hasta que éstas llegan a un nivel que pudiéramos llamar normal, razonable o de equilibrio. Así que si en la zona hay sólo un ogro capitalista en esa actividad, probablemente el negocio no dé para que vengan más de su calaña a hacer lo mismo, por lo que la ganancia no debe ser tan exorbitante.
Segundo, por poner un ejemplo entre cientos, en un restaurante de lujo el precio de los platos no tiene nada que ver con el costo de sus ingredientes, debido a que la mayor parte del costo de dichos platos lo constituyen los costos fijos del negocio (alquiler del local, personal, mobiliario y enseres, electricidad, impuestos, etc.), por lo que si los ingredientes de un plato cuestan Bs. 20, no tiene nada de raro que el precio de ese plato sea de Bs. 180, sin que ello signifique que el mismo sea un robo escandaloso. De la misma forma, en este negocio de comprar y vender patillas, los mayores componentes del costo de la patilla, cuando ésta es vendida en San Fernando, son el alquiler del local en el pueblo, el personal obrero, administrativo y de vigilancia, la electricidad, los gastos del camión, incluyendo el chofer, etc., así que tampoco tendría nada de raro que la ganancia por kilo de patilla sea, digamos, de Bs. 2, y que el precio de 1 Bs/kilo fuese totalmente razonable.
Tercero, ignoro las cuentas de ese negocio, pero como una patilla pesa una pila de kilos, es posible que el precio de 1 Bs/kilo sea bueno para los productores, y que éstos estén adecuadamente remunerados con ese precio. Lo que pasa, y esta es una típica argucia chavista, es que tal como está presentado el cuento, 10 Bs/kilo suenan como una grosería en comparación con 1 Bs/kilo, y 1 Bs/kilo suena como una miseria al lado de 10.
Cuarto, es posible que antes de llegar el monstruo expoliador a instalar su negocio en ese pueblo, casi no se produjeran patillas porque no había cómo comercializarlas, y su llegada provocó un incremento de la producción que favoreció a los locales.
Quinto, como acostumbraba, Chávez veía (y hacía ver a los demás) sólo lo que él quería, así que concediendo que el tercio de las patillas era o es un cruel y despiadado explotador, ese solo caso no puede ser representativo de todo el sistema capitalista, y el cuento presenta tan sólo una mínima parte, amañada, de la película; es decir, un strike más, de los muchos con que Chávez nos ponchó tantas veces.
Entonces, para honrar al título del presente artículo, creo que ustedes pueden ver claramente cómo, mediante la hábil presentación de los hechos, Chávez lograba vender sus ideas, aunque éstas no resistieran siquiera un somero análisis.
Por último, como todo el mundo sabe, ningún sistema económico es perfecto. De lo que se trata es de escoger aquel que globalmente resulte el mejor para alcanzar el objetivo que tanto pregonó Chávez: dar a todos la mayor suma posible de felicidad, aunque impepinablemente, como todo lo humano, tenga algunos defectos. La historia demuestra que a lo largo del tiempo se ha ido decantando la cosa a favor del capitalismo, por su mucha mayor productividad. El socialismo/comunismo ya casi no existe, porque no produce. ¿Va a insistir Venezuela en ir hacia un sitio de donde los demás ya se regresaron porque la cosa no sirvió? Seríamos bien gafos como pueblo si lo hacemos.
herbert_hudde@yahoo.es