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miércoles, 15 de julio de 2015

La victoria es antes del 6-D o no existe. Por Carlos Blanco


CARLOS BLANCO / EL NACIONAL

En una democracia una fracción del descontento actual significaría segura victoria opositora. En una dictadura posmoderna el abrumador descontento necesita condiciones para no ser nuevamente escamoteado. El enojo masivo es como el de un vastísimo ejército que para alcanzar la victoria necesita una dirección, tanto un cuerpo de generales como una estrategia.

La voluntad de transformación es mayoría como otras veces, pero ahora nadie la discute. Se necesitan tremendos cambios para que se exprese: el descontento tiene que mutar en empeño de votar, el empeño de votar en votos efectivos, los votos efectivos en votos contados y los votos contados en votos reconocidos, lo que significa imponer la aceptación ante quienes se plantean desconocerlos.

En lo que va de hoy al 6-D se demanda mostrar una voluntad férrea para hacer respetar el triunfo opositor que luce como lo más probable. El gobierno dice que Maduro tiene gran apoyo, se apresta a eliminar los cuadernos de votación para convertir el proceso en una elección virtual, así como expresa sin equívoco alguno su voluntad de ganar a como dé lugar. Se podría tomar como un inevitable blufeo; pero, conocida la disposición del régimen al fraude, no sería extraño que sea el marco para justificar luego las trapacerías conocidas, con el concurso de quienes dicen hoy: la oposición va a ganar si no se equivoca; para decir más adelante, como habíamos previsto, la oposición se equivocó; o una variante: la oposición no perdió, solo llegó en segundo lugar.

Es obvio que las condiciones electorales son propicias al fraude. También es obvio que es imposible que haya elecciones limpias bajo este régimen y que se consigan todas las condiciones de unos comicios libres. De allí surge la necesidad de definir, de cara al país, qué es lo absolutamente indispensable para que se pueda confirmar el triunfo democrático. Las condiciones mínimas sin las cuales todo el proceso se reducirá a una nueva farsa.

Se puede argumentar que si se exigen esas condiciones, justamente el régimen las negará para desmoralizar, y si no se reclaman sería como ir al matadero. La única solución es que una dirección opositora unida plantee de manera firme hasta dónde está dispuesta a exigir y a llegar. Sería un pulso dramático, pero es la opción para que la trampa no se vuelva a dar. ¿Será la observación (no el acompañamiento internacional) y la libertad de los presos políticos? ¿Será el recuento de 100% de las papeletas de votación? ¿Será…?

Tal situación se decide en estos meses. No el 6-D.


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