Alexander Cambero / NOTICIERO DIGITAL
El proceso electoral interno de PSUV resultó un total fracaso. La soledad reinó en un ambiente que presagia una catastrófica derrota el próximo seis de diciembre. Se habilitaron 3 mil 987 centros de votación con la distribución de 5 mil 613 mesas electorales en las 87 circunscripciones electorales del país; para elegir a mil 162 precandidatos al parlamento nacional.
Solo un 16 por ciento se acercó a depositar su voto.
El resto permaneció en sus casas haciendo caso omiso al chantaje y a las presiones para tratar de disfrazar un tanto la debacle. Infructuosas resultaron las amenazantes visitas a los ciudadanos, el pueblo se hartó de seguir acompañando a un régimen convertido en un desfile de Malandros, pudimos observar una inmensa cantidad de vehículos oficiales buscando electores que optaron por mantenerse al margen. Ni siquiera los empleados públicos, amenazados con ser despedidos, acudieron de manera significativa. Los llamados desesperados de la elite gobernante no tuvo el efecto deseado. Escuchamos cadenas suplicantes tratando de motivar al pueblo; que hoy demostró que su retorno a la sindéresis democrática es uno de los demostrativos de la jornada. Una dura lección que les dio, ya que durante años han jugado con sus necesidades. Creyeron que podían seguir manipulándolos a su antojo. Recibiendo una verdadera bofetada a sus pretensiones continuistas.
El fracaso del proceso interno del PSUV responde claramente al profundo declive del régimen. Todos los estudios serios de opinión indican la profundización de su erosión popular. El respaldo al gobierno de Nicolás Maduro ronda el dieciséis por ciento: precisamente el porcentaje que obtuvieron en la actividad electoral del pasado domingo 28. En casi todo el día la afluencia de electores no llegó a tener una proyección importante. Es por ello que comenzaron a abundar las redes sociales con fotos de actividades antiguas, cadenas que parecían rogativas de funeral. Una súplica de aquellos que casi lloraban para lograr que sus adeptos se aparecieran por los centros de votación. Ni siquiera la invocación al presidente muerto Hugo Chávez, logró motivar en algo.
Al final de la jornada apareció el carómetro. Escuchamos atentamente a Jorge Rodríguez hablar de cifras rimbombantes. Solo que su rostro desencajado mostraba que sus palabras no se correspondían con la realidad. Las manipulaciones del psiquiatra para tratar de disimular el fracaso monumental cayeron en saco roto.
Desde la mañana en el bunker de Fuerte Tiuna el nerviosismo hizo mella. Los cubanos recomendaban avasallar con propaganda, mientras la maquinaria iba a todos los sectores a ubicar al pueblo reacio. A las una de la tarde Tibisay Lucena se encerró en su oficina para analizar con su equipo la situación. Llamadas a Miraflores de manera insistente. A las seis de la tarde comenzaron a maquillar las cifras. Mostrar toda una estrategia propagandística que esconda la realidad, la inteligencia antillana les planteó dar un salto adelante. Crear un nuevo escándalo que sirva de cortina de humo. Seguir insistiendo con las conspiraciones y la guerra económica. Inclusive un diputado caraqueño habló de concretar el lio con Guyana para lograr vencer a la derecha.
alexandercambero@hotmail.com
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