Por Luis Vicente León | Prodavinci
Los resultados de las elecciones legislativas del pasado 6 de diciembre han resultado esperanzadores para la gran mayoría de los venezolanos, pero la situación económica del país no ha cambiado con ese evento y no lo hará en el corto plazo. Es más, hasta podría complicarse debido a la diatriba política que parece estar cantada.
El gobierno ha empezado a lanzar anuncios de conflicto contra la ahora victoriosa oposición y amenaza con irrespetar al poder legislativo y contralor que el pueblo les entregó a través del voto para el parlamento. No cabe duda de que eso empeorará los índices de confianza e inversión. Podríamos empezar el próximo año con el sector político envuelto en un conflicto institucional de grandes dimensiones, mientras la economía se desmorona y nadie hace nada racional para rescatarla.
El país se llena de discursos ideológicos de izquierda, centro y derecha, mientras al pueblo lo que realmente le interesa es el desayuno, el almuerzo y la cena, que no lo mate un malandro entre comidas, que el carajito vaya a la escuela y que un médico lo cure si se enferma.
Incluso si el gobierno de Nicolás Maduro aplicara hoy correctivos racionales a la economía, la crisis seguiría evolucionando un tiempo más… pero la verdad es que el Ejecutivo Nacional no luce con ánimos de rectificar. Más bien parece decidido a repetir y reiterar aquellas acciones que lo desconectaron de la gente y creó esta crisis. A eso hay que sumarle la caída de los precios de petróleo, que compromete las posibilidades reales de que el gobierno honre sus deudas comerciales internas y le pague los proveedores, con lo cual el rescate de la producción y la inversión es muy poco probable.
Así las cosas, si usted cree que en este momento estamos viviendo el clímax de la crisis económica, no está entendiendo nada.
No hay forma de rescatar la economía sin la integración de todas las partes involucradas, algo que a la luz de los discursos que salen desde Miraflores y algunos, más aislados pero sonoros, que vienen del otro lado, luce muy poco probable.
Desde ya es posible afirmar que la inflación en 2016 superará con creces el 200% y la economía se contraerá más del 5%. No hay forma de evitar que se cierren importantes líneas de producción, algo que seguirá sumiendo al país en una altísima dependencia de las importaciones, precisamente en momentos en que se cuenta con menos de la mitad de los ingresos en dólares del año anterior. Y la persecución oficial a las importaciones realizadas gracias al mercado paralelo reduce aún más las posibilidades de abastecimiento alternativo.
Por otro lado, los controles de precios hacen inviable el mantenimiento del suministro, al menos sin subsidios cambiarios. Y si algo se sabe en Venezuela es que ya no hay divisas para sostenerlo.
Mientras todo esto pasa, la población debe tomar previsiones para palear el impacto de la crisis en su vida. No hay forma de salir ilesos, pero sí podemos minimizar los costos y tratar de surfear con inteligencia. Para eso comparto con ustedes estos 15 consejos que espero le sean de utilidad:
Es clave activar en nuestra vida el modo crisis y cuidar el presupuesto familiar haciendo seguimiento estricto del dinero y evitando a toda costa los gastos superfluos.
No hay que sentir miedo ni pena por reestructurar los gastos moderando el consumo y eligiendo productos más convenientes en su relación precio valor. No es hora de prestarle atención al “qué dirán” sino al “qué puedo costear y qué no”.
No compre nada que aumente tus gastos ni que dependa de divisas: hay que concentrarse en aquello que genere ingresos o reduzca costos.
No deje bolívares ociosos. Ni siquiera en cuentas de ahorro locales. Póngalos a producir o la inflación demolerá su valor: las tasas de interés actuales, a más de 150 puntos por debajo de la inflación, son como cotufas sin sal.
Usar el crédito (tarjetas o préstamos) en bolívares es ideal para comprar activos que reserven valor (inmuebles, carros, arte, divisas), pero no para financiar comida en el supermercado. Eso en realidad lo conduce a seguir viviendo una vida artificial que en el algún momento tendrá que pagar muy caro.
Éste es el momento para buscar ingresos adicionales: negocios propios, trabajo extra, un miembro de la familia cesante que se incorpora al mercado laboral. Hoy cada bolívar que entre a casa cuenta.
Defienda sus seguros de HCM como una gata recién parida defiende a sus cachorros. Hoy cualquier imprevisto médico afrontado sin protección podría destruir su patrimonio. Y depender de la salud pública no merece ni siquiera un comentario.
Tome ventaja de todos los subsidios a los cuales pueda tener acceso: esa “comodidad” del mercado informal puede terminar costándole mucho dinero.
No deje activos improductivos: venda o alquile todo lo que no esté usando. Pero no se quede con los bolívares que obtenga por ellos, porque la pendejada será mayor: vuelva a leer el punto 4.
Si tiene posibilidad de realizar una actividad legal que le genere dólares, así sea la más remota y parezcan muy pocos billetes, concentre ahí todos sus esfuerzos.
Chequee que sus planes en el teléfono celular y la televisión por cable tenga el programa de tarifas que mejor se adapte a usted. Y si puede bajar ese gasto, mucho mejor. Haga lo mismo con todas sus otras suscripciones.
Involucre a toda la familia en la estrategia para enfrentar la crisis económica. Hasta los más chiquitos deben entender de qué se trata y por qué debe atenderse en conjunto.
No desperdicie nada. No hay plata ni bienes como para ser un consumidor convencional.
¿Recuerda cuando los abuelos hablaban de sus vidas en los tiempos de la guerra? Pues tome ventaja de aquellos consejos. Y si no tiene abuelos experimentados, “importe” alguno y escúchelo.
Si usted es de esos que genera más dinero del que gasta, no creo que haga falta decirle dónde ponerlo… pero no lo haga a tasas negativas.
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Frente a la crisis debemos actuar en casa como nos gustaría que actuara el gobierno en el país. Al menos en nuestra casa podríamos sentir que alguien está haciendo algo lógico para mejorar.
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