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miércoles, 3 de julio de 2013

El síndrome de López Obrador y Henrique Capriles. Por Luis José Semprum



LUIS JOSÉ SEMPRUM | EL UNIVERSAL

Ciertos dirigentes opositores han manifestado su preocupación de parecerse a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato presidencial mexicano que se la pasa denunciando fraude electoral. Creen que si Capriles sigue hablando de fraude, puede perder credibilidad y convertirse en un nuevo AMLO.

Basados en este temor, prefieren pasar la página del 14 de abril y participar en las próximas elecciones municipales, con el mismo árbitro vendido y las mismas condiciones trampeadas.

En realidad, estos dirigentes cometen un grave error, porque la diferencia entre Capriles y López Obrador es del cielo a la tierra.

AMLO siempre ha sido un agitador y un irresponsable. Los fraudes que ha denunciado no tienen asidero, ni cuentan con credibilidad dentro o fuera de México. Hasta sus propios partidarios del PRD le han dado la espalda.

Capriles, en cambio, ha mantenido una trayectoria seria e intachable en todos los cargos que ha desempeñado, desde que era diputado, luego alcalde y finalmente gobernador. Además, el pasado 7 de octubre reconoció su derrota poco después de anunciarse los resultados oficiales.

La ilegitimidad de Maduro no es un invento de la oposición. Importantes personalidades e instituciones han cuestionado la decisión del TSJ que lo nombró presidente luego del fallecimiento de Chávez. Días antes de las elecciones del 14A, cuatrocientos parlamentarios y varios ex presidentes latinoamericanos advirtieron públicamente que el PSUV cometería fraude.

Unasur se vio obligada a condicionar su reconocimiento a Maduro a un recuento de votos, que en la práctica no ocurrió. La misión europea que observó los comicios declaró que el triunfo del PSUV fue nulo. Y ahora surgen dudas hasta de la nacionalidad de Maduro.

Por otra parte, es evidente que AMLO no cuenta con el respaldo del pueblo mexicano. Las protestas en su favor se limitan a unos cientos de manifestantes, muchos de ellos tarifados. Casi nadie habla de López Obrador, excepto para burlarse de su actitud.

En cambio, es público y notorio el apoyo popular que tiene Capriles. En todas las ciudades donde asiste, los actos son emotivos y multitudinarios. El propio gobierno se la pasa hablando de Capriles y haciendo todo lo posible para impedir que aparezca en los medios.

Se trata, pues, de personajes y circunstancias muy diferentes, por lo cual es absurdo dejarse dominar por el síndrome de López Obrador.

Capriles y la MUD deben asumir una posición firme, seguir denunciando el fraude y la ilegitimidad de Maduro, hacer valer el triunfo del 14 de abril, convocar la gente a protestas de calle, y no caer bajo ningún motivo en el chantaje del gobierno. La meta debe ser que Maduro se vaya antes de las elecciones municipales.

@LuisSemprumH


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