AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ | EL UNIVERSAL
La pregunta de la dama fue tan precisa como inesperada: Dígame, profesor, en su condición de historiador ¿usted cree que este hombre es o no colombiano? Mire, ese no es el problema. Lo fundamental es que aquí no hay una política para sacarlo sino para convalidarlo.
Y en este sentido, cuando el 15A se cantó el robo de los resultados, se apeló a las instancias establecidas. Actuar totalmente apegado al derecho que estaban cuestionando.
Y de este modo, se acepta que el propio acto electoral se hizo en el marco legal y que, en consecuencia, cualquier error o falla es subsanable utilizando los mecanismos objetados.
Esto quiere decir que la MUD y el excandidato Capriles se entrampan por cuenta propia. Apelan a un CNE para pedirle una auditoría que saben no les será concedida en la forma como la solicitan. Y cuando el organismo procede a realizarla bajo sus condiciones, los demandantes sólo pueden manifestar su disconformidad y aceptar lo establecido por el organismo reconocido y convalidado por la propia solicitud opositora.
Esto mismo ocurre con la o las impugnaciones de los resultados electorales del trajinado 14A ante el TSJ, que hasta la fecha no han sido respondidas. Cuando se vencía el plazo para que la Sala Electoral dictaminara si se aceptaba o no el o los recursos interpuestos la Sala Constitucional sin mayores explicaciones le ordenó remitir el caso a su seno.
En ese momento quedó más en evidencia lo que viene. Si ya se atrevieron el 09D-12 a dictar el fallo según el cual el presidente electo no necesitaba ser juramentado porque prevalecía la necesidad de la "continuidad administrativa" ¿qué no harán ahora para acabar con la prédica de la "ilegitimidad"? A nadie debe extrañar entonces que en cualquier momento se publique el dictamen según el cual las apelaciones son inadmisibles.
Ya el régimen sabe que las oposiciones MUD-Capriles no están ganadas para otro tipo de protesta que no sea la institucional. Eso los obliga a defenderse en los organismos internacionales que dictaminan en el largo plazo y cuyas decisiones por lo general no son vinculantes por cuanto sería desconocer un Estado de Derecho y unas instituciones ya avaladas y convalidadas por los propios demandantes.
En este sentido, nadie puede creer a esta hora que Nicolás Maduro sea sacado del mando-poder por el TSJ, la OEA o la ONU. A eso no le otorga validez ni la propia MUD-HCR que no solo convocó, sino que ya se sienten ganadores en las elecciones del 08D.
Es tal el nivel de seguridad en la victoria que el excandidato denunció el 16/07 que el régimen postergará esas elecciones para el próximo año para tratar de superar un cuadro electoral que ni siquiera cuenta con candidatos.
Para este momento, sí se tiene claro lo que será el dictamen del TSJ y se ve al demandante reconociendo al CNE, se decide acudir a otra forma de impugnación. Y ya es mucha la gente que, en medio de una explicable desesperación, ha comenzado esa búsqueda.
El Referendo Revocatorio presidencial sería a mitad de mandato. Por ello hoy lo más inmediato es apelar al incumplimiento del requisito de ser venezolano por nacimiento para ejercer el cargo y, según la prédica. Nicolás Maduro (NM) no lo es.
Hasta ahora, sin prueba documental, toda la alharaca parece obra de la desesperación, la impaciencia y la impotencia de muchos. Ante la falta de una política convincente, la gente "de a pie" se inclina a aceptar salidas que aún sin mayores esperanzas sirven para drenar la angustia.
A este nivel ha llegado el estado de una política que no exhibe posiciones doctrinarias en lo ideológico y político. Difícil saber hoy cómo actuaría la MUD ante una eventual conducción de la sociedad venezolana. Su única carta de presentación es la dirección de un frente democrático.
¿Democracia similar a la que prevalece en la Venezuela 1958-1998? ¿Mantenimiento del modelo gastado, fracasado, corrupto, de violencia e injusticia?
Y si no es así, ¿cuáles son los reparos que ha hecho la MUD a esos 40 años de gobierno que dieron entrada a este tiempo de mayores padecimientos y penurias?
En sentido estricto, el régimen actual es la continuación del desastre bipartidista de la llamada cuarta república, con la diferencia de que a la cobertura "democrática" se le añade ahora la de un supuesto socialismo del siglo XXI.
Esto quiere decir que en lo ideológico, político y programático este expaís sigue a nivel de 1958, por no decir 1936 o tiempos anteriores. El liberal-positivismo mantiene hoy y aquí su imperio. ¿Hasta cuándo se mantendrá la figura del líder-caudillo tradicional?
¿Quién puede sostener que la Venezuela actual se puede regir por los lineamientos de dos llamados líderes que se abrogan la dirección de esta sociedad? ¿De dónde sacan que aquí aplica una polarización reducida a dos proyectos de país?
Hasta la fecha, se reducen a uno, porque no es posible marcar una verdadera ruptura entre ambos. A una vacía democracia sigue un vacío socialismo.
Estamos ante una actividad política tan desjerarquizada, continuista y mecánica que prevalece una mutua legalización y convalidación como la que actúa a propósito de los resultados del 14A. Y en este escenario se apela hoy a lo más pedestre: a la supuesta nacionalidad colombiana de NM.
Estas formas de distracción llevan a consignas como la de "¡Fuera colombiche!" La continuidad de la vieja política de la conchupancia puntofijista, que a la vez es la prolongación de 200 años de la misma politiquería y los mismos beneficiarios.
Se olvida que hay una inmensa y mayoritaria Venezuela que aspira adelantar la auténtica reconstrucción de esta sociedad en términos de Constituyente originaria.
Se impone alcanzar una realidad en la cual prevalezca, al fin, el aporte, posición y decisión del colectivo social y no la voluntad de quienes, por lo menos desde 1810-11 han dictaminado, vigilado y defendido los infames poderes de las polarizaciones, complicidades y falsas y engañosas luchas.
Hasta ahora lo que se conoce como independencia sólo ha servido para beneficiar los independientes, con y sin cédula de identidad venezolana. ¡Qué historia amigos!
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