No se nota la inminencia de una crisis política, pero el ambiente es negativo para el gobierno
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
En un país donde los políticos y muchos analistas siempre afirman lo que les conviene (sea verdad o no), es difícil hacer un monitoreo serio en base a la información proveniente de esas fuentes... y cuando intentas hacerlo por vías distintas, comienza el jaleo. Los polos castigan al irreverente que se atreve, nada más y nada menos, a decir la verdad. Pero como ya tengo mis añitos y caparazón de morrocoy, aquí va la cosa sin anestesia y bienvenida la locura que vendrá con los extremistas de ambos lados. Después de todo, hay que valorar la inteligencia de los radicales... por lo escasa.
Lejos de lo que muchos creen, la popularidad de Maduro no ha caído, pese a la fuerte crisis que enfrenta el país. Se mantiene igual al momento de la elección de abril, aunque la última encuesta Datanálisis si muestre un deterioro en los principales indicadores de evaluación de gestión específica, en aspectos claves como abastecimiento, inflación, seguridad e infraestructura, que se traduce en un incremento en la percepción negativa sobre la situación económica del país, la cual se ubica en 58%. Es un reto para el pensamiento lineal que la gente vea al país mal, pero todavía no culpe a su líder.
Dejemos este punto y aparte para que se desaten los monstruos del primer lado, que dirán lo de siempre: "Cuánto te pagaron por mentir, desgraciado, chupa medias, maldito traidor".
Una vez drenada las emociones, vamos con los otros. ¿Esto quiere decir que Maduro está cómodo? Para nada. La relación histórica inversa entre el deterioro económico y la popularidad es un peligro latente para Maduro, quien debería estar desvelado. Si bien no se ha manifestado aún la caída de popularidad, es porque su conexión parece sostenida por la cercanía con el proceso electoral que le dio el triunfo. Quienes votaron por él todavía le dan el beneficio de la duda, pero esto, que podríamos considerar una chucuta luna de miel, es inestable.
Cabe señalar que la Omnibus indica que las peores evaluaciones de gestión de gobierno se encuentran en el aspecto económico y la variable de mayor impacto dentro de éstas es la inflación. Esto es un hallazgo nuevo, pues clásicamente se considera que la escasez es más dañina que la inflación en términos de popularidad. El tema es que la gente parece ser sensible a la escasez (ausencia total), pero no al desabastecimiento (faltas parciales), ya que éste la lleva a la estrategia de búsqueda de productos que en algún lugar consigue, produciendo habituación. Pero la gente no se habitúa a no poder comprar porque no le alcanza el dinero en el bolsillo y esto la hace hipersensible a la inflación. Quizás este es el bloqueador principal del gobierno para tomar medidas económicas fundamentales para resolver la crisis, como devaluar o negociar precios congelados, lo que paradójicamente sólo empeora al enfermo y es un detonante de crisis a futuro.
No obstante, la oposición tampoco logra capitalizar este momento y sus conectores con la población no se fortalecen, lo que ayuda a la estabilización de Maduro. Hay enfriamiento con respecto al crecimiento estelar de Capriles en abril, quizás explicado por la ausencia de nuevos conectores que emocionen a las masas, frente a un aburrido "más de lo mismo".
En todo caso, no se nota la inminencia de una crisis política, pero el ambiente es negativo para el gobierno, quien debe tomar decisiones económicas impopulares (peligro) o la crisis le explotará en la cara (más peligro). El problema para Maduro es que en la medida en que pasa el tiempo, será más difícil seguir aprovechando el compás de espera y el riesgo de perder conexión podría dispararse. Pregúntale a Dilma.
Ok, dénse ahora los del otro lado... y buen provecho.
@luisvicenteleon