Estamos montados en una bomba de tiempo y que su "tic tac" lleva el ritmo de un potencial hartazgo
ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
En el reino de las mentiras se trabaja para que hasta las verdades más cristalinas suenen inverosímiles. A eso sigue jugando el régimen en su intento de que los venezolanos desarrollen percepciones irracionales acerca de la realidad. Los gobiernos mitómanos comienzan con "mentirillas blancas" que obligan a una incesante y estrafalaria reproducción de falsedades... Sin embargo, la impulsividad de esta vorágine de dobleces sólo puede detenerse cuando los trastornos producidos por ella rozan la fatalidad que hoy describe la depauperación de Venezuela.
Esa tragedia -que para muchos tocó fondo hace rato- aún no es sentencia firme para una porción de la población, desde donde, por fortuna, se ha iniciado un clarísimo reencuadre que a los caraqueños nos cuesta detectar. La provincia, créanlo, la pasa bastante peor que nosotros, a quienes el gobierno nos profiere el trato propio de las "ciudades estratégicas", en detrimento del resto del país.
De ese modo se lo he explicado a un primo de Tunapuy -situado en las profundidades del estado Sucre, si acaso Maduro no lo supiera- que, junto a su familia, me visita por estos días y con quien he practicado una nueva modalidad de "turismo de aventura": la aventura de conseguirle -a precios regulados- harina pan, mantequilla, papel higiénico, pasta, café, leche en polvo, medicinas y artículos básicos para la higiene personal. Todo empaquetado prolijamente para que quepa en el autobús de regreso a un pueblo donde, como en otros, no se consigue sino carestía y oscuridad. Según mi primo, el apagón del martes en Caracas fue "nada en comparación"... "porque nosotros sí que la pasamos mal"...
El malestar que se anida en las ciudades, pueblos y caseríos más deprimidos del país, no es muy diferente al capitalino, pero -visto con los ojos de un burócrata- sí es más inofensivo. La insalubre hiperdependencia de la gente con el Estado es lo que marca la diferencia... Pero es obvio que estamos montados en una bomba de tiempo y que su "tic tac" lleva el ritmo de una potencial coincidencia del hartazgo de Caracas con el de la provincia.
En lo que fue una peripecia clásica de incompetentes irreparables, la señora Rodríguez -nueva ministra de información y vocera del tosco parte oficial emitido a propósito del apagón- se explayó con un rosario de adjetivaciones, proyección inequívoca de descaro y culillo ante el acechante fantasma del 27-F, que la revolución -engreída en sus "logros"- no ha podido diluir. Según la funcionaria, el apagón fue extraño, sospechoso, abrupto e inesperado: "un golpe", dijo Maduro; "un sabotaje", en versión de Rodríguez Torres... "Un contraataque de las iguanas", según mis visitantes, que ya no comen cuentos, aunque provienen de territorio rojo-rojito.
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