ALBERTO QUIRÓS CORRADI / EL NACIONAL
En el año 2011 se estrenó Contagion, una película sobre una epidemia de una enfermedad mortal, desconocida hasta entonces. Expertos en pandemia y virus han acordado que la cinta cumple con los requisitos de la representación de una situación posible. Los dilemas éticos que presenta Contagion son tan importantes como los procedimientos para lograr la solución científica de la epidemia. Analicemos algunos de ellos.
I. Uno de los investigadores, al comienzo de la epidemia, violó el principio de confidencialidad, al informarle a su novia de lo que le sucedería si se quedaba en la ciudad. Se acepta que se quiera proteger a los seres queridos, pero si esa acción pone en peligro la tranquilidad social, entonces es un delito moral. También lo es que la novia pudo salir de la zona en riesgo, mientras muchos quedaron expuestos por no estar advertidos del peligro. (En Venezuela el uso indebido de información confidencial ha hecho millonarios a muchos).
II. Sobre la equidad en la distribución de recursos, la película narra que la burocracia oficial puso un avión a la orden de un senador, dejando a un médico investigador enfermo en el sitio. (En Venezuela el sector oficial y militar tiene prioridad sobre el resto de los ciudadanos para adquirir los recursos escasos).
III. Lo más importante, el manejo de la información. En una época digital donde los ciudadanos pueden informar o comentar sobre lo cierto y lo fantasioso es imposible que el gobierno pretenda ocultarle información al público sobre una epidemia. En resumen, lo que se requiere es información “oportuna y veraz”.
IV. En el siglo XXI, de las tecnologías avanzadas y conflictos armados en casi todo el planeta, es una tentación atribuirle una epidemia al bioterrorismo. Esto, salvo que haya una certeza absoluta no debe hacerse público oficialmente. (En Venezuela lo que no hay es información oficial confiable. Todo se manipula, desde las muertes por epidemia hasta la producción de Pdvsa).
V. Hay otros dilemas como no respetar un protocolo o violar algunos derechos humanos, si estos no pudieran ser garantizados a todos los ciudadanos, dadas las circunstancias excepcionales que produce una catástrofe.
En cuanto a los protocolos una investigadora que había descubierto la vacuna contra la epidemia, sin mayores pruebas, se la inyectó para demostrar su eficacia. Esto le salvó la vida a muchos. Ella escogió el mal menor que era la posibilidad de morir si fallaba la vacuna. (Se había contaminado expresamente antes).
VI. Contagion ataca a un país desarrollado que cuenta con instituciones sólidas y con conexiones directas con los más importantes centros de investigación científica del mundo. Sin embargo, se cometieron varios errores, sobre todo en el retardo de la comunicación al público, lo cual permitió especulaciones alarmistas y hasta ofertas por las redes sociales de un remedio milagroso que curaba la enfermedad (un reporterismo amarillista en combinación con una empresa farmacéutica deshonesta).
VII. Estos problemas de orden ético que debe solucionar un Estado nos recuerda la tragedia de Vargas en el año 1999. Quedan muchas preguntas sin respuestas: ¿se respetaron los derechos humanos, las decisiones se hicieron dentro del marco legal (casos de las adopciones de los niños huérfanos por la tragedia), los recursos se distribuyeron con equidad y justicia, hubo transparencia en la información, las estadísticas de los daños (muertes y pérdidas materiales) fueron fiables?
Ante posibles epidemias en Venezuela, ébola, chikungunya, dengue, etc., la sociedad debe estar alerta y reclamarle al Ministerio de Salud y a todas las instituciones pertinentes, públicas y privadas, que se reúnan para revisar los protocolos existentes y adaptarlos al siglo XXI.
PD: Contagion es un problema médico pero los dilemas morales que de esa epidemia se derivan pueden extrapolarse a cuestionamientos éticos de cualquier tipo para todas las sociedades.
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