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miércoles, 10 de junio de 2015

LUIS VICENTE LEÓN: La salida no era la de Maduro, sino la de Capriles


Por Sofía Torres / Barometropolitico.com

El presidente de Datanálisis, Luis Vicente León comentó a Barometropolitico.com cómo se han definido y desarrollado hasta el momento los liderazgos que existen en la oposición, al tiempo que evaluó algunos de los procesos electorales que han generado desesperanza.

Argumentó por qué se debe combatir la frustración del votante ante los comicios parlamentarios, cuyas proyecciones por primera vez favorecen de forma contundente a la alternativa democrática.

“Ha cambiado la pregunta que se hacía normalmente en la calle, con la que la gente me abordaba, hace dos o tres meses: ¿Cómo está la vaina? Ahora preguntan: ¿Cuándo explota esto?, interrogante que manifiesta la inquietud ante la crisis económica y el tema político, que además tiene una pregunta implícita adicional: ¿Cómo es que no ha explotado? No se entiende cómo es que se llegó a este nivel de caos y aparentemente no pasa nada”.

“Otra pregunta es ¿en verdad existe una posibilidad de cambio en las elecciones parlamentarias? Tiene sentido porque la ciudadanía opositora es como un toro corrido en cuatro plazas. Fue a varias elecciones y aún cuando no poseía la mayoría, porque el chavismo seguía fuerte, el mensaje que se enviaba era que podía ganar y que lo estaba logrando, para mantener a sus seguidores y dar esperanza”.

“El evento con Rosales no se podía ganar, numéricamente era imposible, había unos 23 puntos de diferencia, sin embargo, se construyó una matriz contundente de victoria. El único que se expresó de forma transparente fue Teodoro Petkoff, quien dijo: ¿tú has visto un candidato que diga que va a perder?”

“Ha surgido una generación opositora que está como curtida. A esas mismas personas que en varias oportunidades se les dijo que el triunfo estaba asegurado, hoy cuando hay una oportunidad concreta, se sienten vaciladas y no terminan de creer lo que por fin está pasando”.

“Si fue posible que la gente votará anteriormente, ahora que se tiene la mayoría, hay que lograr que la población se manifieste, se convenza de lo que ocurre y no se deje manipular por el gobierno, que se aprovechará para minimizar el impacto electoral de sus adversarios”.

Intención de voto

“La intención para ir a votar es alta, la reportada da un 75% y en algunos momentos alcanza el 80%. La experiencia nos dice que en campaña es cuando se puede medir con certeza este indicador”.

“Siempre es mayor la intención de voto que los votos efectivos. La pregunta de disposición de voto no sirve para proyectar la penetración real. El porcentaje obtenido de la pregunta ¿usted irá a votar? no cuadra con el porcentaje efectivo de la elección. Proyectar quién va a ganar es más fácil que proyectar cuánta gente va a sufragar”.

“Hemos calculado la participación con un gradiente en la pregunta ¿cuán dispuesto está a votar? muy seguro, seguro, algo dispuesto, no sé y no. Al final solo votan lo que afirman que están absolutamente seguros de hacerlo”.

Los liderazgos de oposición

“En la oposición hay un par de grupos: los moderados y los radicales. Cada uno tiene gradientes, hay gente muy moderada y hay gente moderada que apoya la acción de protesta. Luego están los radicales, no importa el discurso, no creen en el proceso electoral, ni que las elecciones puedan resolver los problemas, más bien consideran que validan la idea de democracia aparente y legitiman al gobierno”.

“Para dividir a los líderes también está el cruce cualitativo-cuantitativo. Cuánta fuerza de soporte tienen y para construir esa fuerza se hacen muchas preguntas: ¿Quién es el líder de la oposición?, ¿quién preferiría que fuera el líder?, entre otras”.

“Los líderes cualitativos son importantes no por el respaldo popular. Desde el punto de vista numérico no tienen liderazgo alguno y en países convencionales no estuvieran en el mapa de discusión política. Pero cuando se evalúa la potencia comunicacional, relaciones, impacto en el debate, hay un liderazgo cualitativo relevante”.

“Solo hay tres líderes, cuyo respaldo es estadístico y están por encima del error muestral que va de 2,5 a 3 puntos con un 95% de confianza. En la primera posición está Leopoldo López, muy cerca, en segundo lugar está Henrique Capriles y un poco más abajo, pero creciendo, Henry Falcón. Este último ha tenido una buena tendencia, sube rápido y por el momento se ha estancado”.

“A largo plazo el único que ascendió fue López, Capriles cayó después de la elección presidencial y especialmente después de los eventos de principios del año pasado. Los números son 20, 17 y 10 puntos”.

El fenómeno Capriles

“En la elección presidencial Capriles era un líder homogéneo que logró un crecimiento no esperado. Arrancó en el velorio de Chávez, cuando perdía por 20 puntos y en las últimas encuestas pocos días antes de los comicios, Maduro tenía 4 ó 5 puntos arriba y termina ganando apenas con 1.5 puntos de ventaja”.

“Mi tesis es que si Capriles, quien logró un milagro al dividir al país en dos partes parejas, hubiese reconocido el triunfo de Maduro, hoy estaría solo en el liderazgo de la oposición, hubiese crecido mucho más y para Leopoldo López hubiese sido imposible retar esa condición”.

“Yo creo que la decisión era reconocer la victoria del gobierno, lo contrario representaba un gran riesgo, era un país partido en dos, pero había desigual en términos de dinero, armas, militares, etc., por lo tanto en una pelea no había equidad”.

La lectura de Leopoldo López

“Al combinar la denuncia del fraude con la no defensa en calle se abrió un boquete, la gente se sintió frustrada y Leopoldo López leyó esa oportunidad y detectó que la posibilidad para reconstruir su liderazgo en la oposición estaba en rellenar ese hueco que había dejado la decisión de Capriles”.

“La salida que plantea Leopoldo era la de Capriles. Él, suficientemente hábil, sabía que con esa propuesta Maduro no iba a salir, otros sí lo creyeron”.

“A principios de 2014 todo se mezcló, los que creían en una salida potencial, los que querían tumbar a Maduro, los que apostaban a una protesta pacífica y los estudiantes que reclamaban la liberación de sus propios compañeros presos. El gobierno culpó a López y este trató de tomar ventaja de toda esa masa crítica, una jugada políticamente válida”.

“Cuando el régimen toma al dirigente de Voluntad Popular como el símbolo que quiere satanizar, produce una empatía con la población opositora, no con la propuesta radical sino por una solidaridad primaria, que ve a un hombre preso y valiente que se mantiene en la lucha. Eso le da fuerza para aparecer bien posicionado en las encuestas, no era un gobernador, un alcalde, un diputado, era un actor político que quería ser líder”.

“El gobierno capitaliza la energía hacia una sola persona como responsable del golpismo y López capitaliza la solidaridad más allá de una propuesta política. Ganaron los dos”.


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