Gustavo Coronel / Noticiero Digital
Mire Maduro:
Lo que usted ha dicho desde Belén, estado Carabobo, excede todos los límites razonables de estupidez para convertirse en un acto de guerra en contra del país: “Si fracasara la revolución bolivariana y el imperialismo toma el control del país, que se preparen para un tiempo de masacre y muerte”.
Esta es una amenaza intolerable que reafirma su evidente incapacidad para ejercer la presidencia de Venezuela. Lo que va a prevalecer en Venezuela, Maduro, es la democracia y la libertad, después de 16 años de imperialismo cubano y chino promovido por usted y su difunto antecesor.
Hay al menos tres razones para que usted sea expulsado de Miraflores. Primero, porque no cumple con los requisitos legales para estar allí; segundo, porque es un corrupto; tercero, porque, de manera irresponsable, incita a la violencia al ver en peligro su permanencia en el poder.
Las razones para su inmediata remoción están bastante bien documentadas.
Nadie sabe dónde diablos nació usted. Las leyes venezolanas exigen requisitos para ser presidente que usted no ha llenado. En segundo lugar, usted es un gran corrupto y le voy a decir por qué. Los venezolanos nos hemos acostumbrado a pensar que la corrupción solo tiene que ver con la apropiación y manejo indebidos de dinero. Corrupción se ha hecho sinónimo de peculado, de fraude, de extorsión y soborno, de entrega de dinero a los amigos y a la familia, del uso ilegal de los bienes públicos. Y todo esto es cierto, como lo demuestran los integrantes de la pandilla chavista que ha tenido el poder político en Venezuela, apoyada por la prostituida Fuerza Armada venezolana, ese nido de narcos y contrabandistas que ha mancillado el uniforme.
Sin embargo, hay una dimensión de la corrupción que es poco examinada en Venezuela y que podría constituir, en el largo plazo, la más dañina para los venezolanos quienes aspiran a tener, algún día, un país decente. Esta es la corrupción de quienes ocupan posiciones de poder y de representatividad sin ser capaces. Le doy algunos ejemplos, Maduro: ¿puede ser Fernando Soto Rojas presidente de la Comisión de Minas y Petróleo de la Asamblea Nacional? Él es un total ignorante de la materia y lo sabe muy bien. ¿Puede Diosdado Cabello ser presidente de la Asamblea Nacional? Apartando todas sus otras manifestaciones de corrupción, la presidencia del soez Cabello en la A.N. es una muestra trágica de la mediocridad de su régimen. ¿Puede Delcy Rodríguez ser Canciller de la república de Venezuela y también Directora de asuntos Internacionales de PDVSA? Una pobre mujer que ha sido el hazmerreír de la comunidad internacional y ahora lo será también de la industria petrolera internacional. ¿Puede Pedro Carreño ser el Zar de la anti-corrupción en Venezuela, un hombrecito que no solo miente a placer cada vez que abre la boca sino que ha estado involucrado en negocios turbios, otorgando contratos fraudulentos a los cubanos?
Podríamos extendernos hablando de la corrupción de quienes no están capacitados y lo saben pero aceptan autoridad y representatividad para llevar a cabo funciones de gobierno con una ineptitud que nos avergüenza y que nos ha condenado a los últimos puestos del desarrollo en el hemisferio. Y usted, Maduro, es el abanderado de este tipo de corrupción. Y se lo explico.
Usted es una persona esencialmente iletrada. Fue ideológicamente capturado por la Cuba castrista, la cual ha creado una Venezuela castrada de la cual usted forma parte. Fue entrenado en Cuba y se convirtió en una ficha extranjera. Fue objeto de un lavado de cerebro que debe haber necesitado muy poco tiempo. Usted, Maduro, aceptó ser el reemplazo del difunto sabiendo que la presidencia del país le quedaba muy grande, solo para permitir la continuidad del dominio cubano en los asuntos de nuestro gobierno.
Usted era un chofer del Metro y, con alguna frecuencia, hemos oído que ello no debe ser razón de descalificación ya que no hay nada censurable en ser chofer. Por supuesto que no. Ser chofer es una profesión perfectamente honorable pero es preciso aceptar que no constituye la mejor de las credenciales para llegar a la presidencia de la República. Sobre todo porque usted no fue un buen profesional del volante. Fue un reposero. Su hoja de trabajo en el Metro, copia de la cual hemos publicado en el pasado (ver aquí) es vergonzosa. Fue amonestado usted innumerables veces por su ausencia del trabajo ya que se “enfermaba” con gran frecuencia. Estuvo a punto de ser despedido varias veces, pero lo evitó escudándose en su condición de líder sindical.
Usted sabía que la presidencia de la República estaba muy por encima de su capacidad. Sin embargo, aceptó. Esa es la mayor muestra de su corrupción. Cuando el difunto sabía que iba a morir, pensó en quién poner en su lugar: “¿A Diosdado? Ni de vaina. ¿A Adán? Muy codicioso. ¿A Chaderton? Por favor. ¿A Luis Britto García? Muy flojo. ¿A Rafael Ramírez? Un vulgar pesetero. ¿Un militar? No confío en ninguno de ellos. El único que aceptan los cubanos es a Nicolás. Sé que es muy bruto, muy truculento, trata de imitarme, pero al menos sabe cuál es la consigna: Cubazuela. Sin embargo, no va a durar mucho porque no tiene con qué. ¿Cómo podré salir de este laberinto?”.
Como el difunto no salió de su laberinto, lo tenemos a usted, Nicolás, atornillado allí, sabiendo que no tiene con qué, rodeado de una camarilla cada vez más pequeña que rota incesantemente, asediado por Cabello y la narco-mafia militar, hastiado de las quejas y pretensiones de la primera combatiente, con una crisis económica nunca vista antes en Venezuela, con un pueblo que lo desprecia y se mofa de usted. Hoy está usted limitado a anunciar cada día que “tendrá anuncios que hacer mañana”, va de día a día corriendo una arruga cada vez más débil. Que si el asesino de Serra, que si Uribe, que si la POLAR, que si William Dávila, que si tengo otitis. No solo incompetente sino fastidioso.
Nicolás: su deshonestidad le hace negar sus obvias limitaciones. Usted hubiese debido renunciar hace tiempo.
¡Pero ahora pone esta plasta en Belén! Una razón más para sacarlo de inmediato de Miraflores. Sin tener ya pretensión alguna de coherencia dijo usted: “¿Ustedes saben a qué se dedican los líderes de la oligarquía en Venezuela? A organizar la guerra económica, todos los días con los ‘pelucones’ a buscar malandros para pagarles con dólares y drogas y cometan crímenes horribles en las comunidades y en la calle”.
¿Puede ser esta retahíla incoherente el idioma de un presidente o la de un paciente listo para la chaqueta de fuerza? Añadió usted, desorbitado: “prepárense para que el imperialismo tome el control del país, prepárense para que venga la masacre del 27 de febrero, y allí la conocerán en vivo, no la conocerán por un video, prepárense para un tiempo de masacre y de muerte si fracasa la revolución bolivariana… he venido a tocar un ‘campanazo’ de despertar desde la Ciudad Socialista Belén”.
Maduro: usted es un enfermo mental incompetente rebasado por problemas del país que su difunto jefe creó y que usted ha agravado de manera exponencial.
Ya Venezuela no aguanta ni un solo minuto más su corrupción e ineptitud. Su presidencia debe ser intervenida por razones de incompetencia y de corrupción mucho más reales y de mayor significación que las que llevaron a la destitución de Carlos Andrés Pérez. Por supuesto, para ello se requeriría una grandeza y un sentido democrático que Pérez tuvo en su momento y de la cual usted carece. Por eso es que usted necesita un empujoncito.
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