Darse la mano es un saludo que conecta y significa estar en paz; lo contrario a la guerra...
JOSÉ ANTONIO GIL YEPES | EL UNIVERSAL
En días pasados me preguntaron en una entrevista de radio "¿Cuál sería un escenario malo para la Oposición en las próximas elecciones?". Mi respuesta fue que ese escenario no existe porque con cualquier nivel de triunfo, sea mayoría simple, 3/5 o 2/3, es un gran triunfo lo que va a obtener dicha Oposición porque, por pequeña que sea la diferencia, es muy grande el empoderamiento que recibirá, como ¡aprobar los presupuestos nacionales y los créditos públicos! Pero el reto es administrarse bien para que no se repitan ocasiones en que la Oposición ha tratado de avanzar demasiado sin tener los medios para mantener el territorio, terminando peor de lo que estaba.
Listar todas las prerrogativas que le da la Constitución a los tres niveles de mayoría parlamentaria (artículos 71, 157, 187, 194, 200, 222, 233-5, 264, 266, 279, 339 y 341-3) no es el tema de este escrito. El tema es ¿cómo administrarse como ganador?, y algunas de las reglas del deporte en este sentido resultan muy inspiradoras.
La más elemental es "darse la mano". La costumbre de dar la mano comenzó como señal de que no se traía arma alguna para agredir al otro. Darse la mano es un saludo que conecta y significa estar en paz; lo contrario a la guerra y a la animadversión. Al darse la mano, deben "verse a los Ojos". Esto le añade transparencia, sinceridad; a la vez que gallardía, autoestima y respeto.
Al salir de la cancha, se acostumbra que el "vencedor le abra la puerta y deje salir primero al vencido". Esta es una dimensión de cortesía, amabilidad y reconocimiento.
En ocasiones, los deportistas "intercambian camisetas". Imagínese usted la dimensión de intimidad que esto añade a todo lo anterior. Este gesto es de hermanos, compañeros que reconocen que pertenecen a un mismo grupo, por lo cual, se supone, tienen intereses en el bien común.
Si les enseñamos estas formas sublimes de manejar el triunfo y la derrota a nuestros deportistas, para ser consistentes, pudiéramos dejar las feas prácticas de ser hegemónicos, ignorar al vencido y pasar facturas. Si el vencido no entiende la magnanimidad, quedará peor si los vencedores persisten en la cooperación.
@jagilyepes
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