ALBERTO JOSÉ HURTADO B. | EL UNIVERSAL
En espera de las medidas que el gobierno implementará para corregir los actuales desequilibrios macroeconómicos, los venezolanos ajustamos nuestras expectativas teniendo claro que los resultados de la economía nacional empeorarán en la medida que se demore la toma de decisiones y se insista con políticas económicas "novedosas" plagadas de más controles y regulaciones. El costo de oportunidad de insistir con este tipo de gestión de la economía es cada vez más alto debido al estancamiento del aparato productivo, el bajo nivel de reservas internacionales, la caída del precio del petróleo y demás materias primas, la disminución del flujo de divisas hacia el país, y los compromisos de pagos en moneda extranjera que tiene el sector público en 2016.
En ese panorama, se hace cada vez más probable el escenario de default o incumplimiento de pagos del gobierno de Venezuela y aumenta el interés de los ciudadanos de este país por conocer los cambios que ello traería a su día a día. En este sentido, se debe dejar claro que dicha situación se producirá cuando el gobierno venezolano no disponga de la liquidez suficiente para hacer frente al pago de la deuda que ha contraído con sus acreedores, y éstos reclamen el cumplimiento de los contratos vencidos y declaren el default. Las consecuencias directas que generará una secesión de pagos son: 1) cierre de los mercados financieros internacionales, el gobierno y el sector privado no podrán recurrir al financiamiento internacional para atender sus compromisos en moneda extranjera (financiar importaciones) y obligaciones en moneda nacional (corregir su déficit presupuestario), lo cual incrementa la probabilidad de mayor emisión monetaria con sus consecuentes presiones inflacionarias, pérdida de credibilidad de la nación y aparición de barreras y restricciones al retorno del país al mercado internacional de capitales; 2) incremento de la incertidumbre acerca del estado de la economía, condicionando los resultados de la economía real y los mercados financieros domésticos debido al deterioro de la confianza de los consumidores, inversores y empresarios; 3) aumento de la fuga de capitales por incertidumbre del escenario económico, provocando mayores presiones sobre el mercado cambiario y las reservas internacionales del país; 4) reducción de la inversión extranjera directa, conllevando a la paralización de proyectos en desarrollo, exacerbando el estancamiento de la producción y trasladando a la economía nacional de los actuales niveles de escasez y desabastecimiento a una situación de hambruna; 5) aumento de la probabilidad de embargo de los activos de la nación por parte de los acreedores, condicionando la colocación del petróleo venezolano en los mercados internacionales; y 6) mayor recesión, con el peligro de una depresión, ante la falta de inversiones, creciente desconfianza, más inflación, ausencia de financiamiento genuino (abundarán los billetes de monopolio), y encarecimiento del crédito doméstico.
La situación de la economía venezolana obliga a insistir en la necesidad de que el gobierno muestre disposición a evitar el colapso, cambiando las políticas económicas que hasta ahora ha utilizado para corregir los problemas del país, con el propósito de recuperar la economía y la estabilidad doméstica que hagan menos costoso pagar los compromisos en moneda extranjera que tiene en 2016. El default irremediablemente generará mayor pobreza de la población y estancamiento económico, por lo cual deben tomarse las decisiones que lo eviten.
@ajhurtadob
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