Con preocupación observamos la profundización de la crisis que afecta a Venezuela
JOSÉ TORO HARDY | EL UNIVERSAL
Con preocupación observamos la profundización de la crisis que afecta a Venezuela. Cobra vida propia y cada vez toma más cuerpo y velocidad. ¡Luce indetenible! El Presidente le ha achacado la culpa a una "guerra económica" y les ha dicho a los venezolanos que hay una "huelga de inversionistas".
¿Cuál es el origen de esta situación? ¿De quién es la culpa de la escasez que impera y de la falta de inversiones a la cual se refiere el primer mandatario?
Me viene a la memoria un episodio que explica muchas cosas. Se trata de imágenes ampliamente difundidas en todos los medios de comunicación. En ellas se veía al presidente Chávez, parado en una esquina de la plaza Bolívar de Caracas, tronando instrucciones al alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez.
- "¿De quién son esos negocios? -preguntaba el Presidente- ¡Exprópiense!", y detrás se oía la voz del alcalde Jorge Rodríguez:
- "Como no, señor Presidente".
- "Y este edificio aquí, ¿cuál es?", preguntaba nuevamente Chávez, a lo cual el alcalde Rodríguez contestaba:
- "También es un edificio que tiene locales comerciales de propiedad privada".
- "¡Exprópiese, señor alcalde! ¡Exprópiese, exprópiese!"
- "¿Y este edificio?" -continuaba Chávez.
- "Es un edificio que tiene comercios privados de joyería".
- "¡Exprópiese!".
- "De acuerdo", respondía el alcalde.
- "¿Y aquel edificio allá en la esquina?", interrogaba mientras señalaba a lo lejos con la mano, a lo cual el alcalde informaba:
- "También son edificios que tienen locales comerciales".
- "Exprópiense!".
¡¡¡ Expropiar, expropiar, expropiar !!! Repetía obsesivamente el mandatario.
En sus "Aló Presidente" amenazaba continuamente con expropiaciones a diestra y siniestra. En una ocasión lo vimos llamar en vivo e increpar al presidente de un banco extranjero en el país. "Tenga cuidado con lo que va a decir", le advertía. Su modus operandi consistía en intimidar.
En el año 2008 se expropiaron todas las plantas cementeras del país. En el 2009 se expropió la planta productora de pastas de Cargill. Ese mismo año se expropiaron los molinos de Monaca, que producían harina de maíz, pastas, etc. Se expropiaron igualmente las plantas de Aceite Diana, Lácteos Los Andes y las principales torrefactoras de café de Venezuela, entre las cuales recordamos a Fama de América y Madrid. Siguieron en la lista las cadenas de supermercados Cada y Éxito, Owens Illinois, Agroisleña, así como las empresas que suministraban gas doméstico a los hogares de Venezuela.
Además de las expropiaciones antes citadas, se nacionalizaron las empresas siderúrgicas y las de aluminio, muchas de Guayana, así como las de servicios petroleros en el Zulia. La cifra de empresas expropiadas se ubica en torno a unas mil quinientas.
Ni qué decir del campo venezolano donde por una u otra vía, cerca de cuatro millones de hectáreas que antes eran productivas en manos del sector privado fueron a parar a manos del Estado y se han hundido en un abismo de improductividad. ¿Recuerdan el Hato Piñero y tantos otros?
El resultado de esa cruzada expropiadora es que prácticamente todos las empresas que pasaron a manos del Estado están técnicamente quebradas y el denominador común es que los bienes que solían producir no se consiguen, siendo la causa fundamental de la escasez que abruma a los venezolanos. Además, la seguridad jurídica brilla por su ausencia. ¡Nunca habíamos conocido una situación semejante!
A la incertidumbre que situaciones como esas generan en los productores, se suma la "huelga de dólares" en que incurre el Estado que no entrega las divisas que requiere el sector productivo para importar las materias primas y demás insumos, incluyendo repuestos para las maquinarias y equipos.
Y además está el tema de los controles de precios. ¿Quién se atreve a invertir para ponerse en manos de algún burócrata que fija discrecionalmente el precio de los bienes que va a producir?
Para colmo a los inversionistas extranjeros no les permiten repatriar dividendos. Muchos han asumido grandes pérdidas borrando de sus balances las inversiones que tienen en Venezuela.
¿Y tienen aún los bríos de hablar de "guerra económica" o "huelga de inversionistas?"
Como si lo anterior fuera poco, vemos al jefe de Estado, desencajado, profiriendo insultos y llamando ladrón al presidente de la Polar, quien más bien debería ser condecorado por su empeño de seguir produciendo e invirtiendo.
No le arriendo la ganancia al mandatario. El país entero sabe que sin Polar la escasez arreciaría en términos exponenciales y el hambre terminarían por agotar la paciencia de los ciudadanos. Las encuestas muestran que el 85% de los venezolanos se oponen a cualquier medida que adopte el gobierno contra esa empresa.
Y ahora se agotan los inventarios. ¡Ya estamos en extra inning!
petoha@gmail.com
@josetorohardy
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