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lunes, 6 de junio de 2016

Cuando la congoja nos alcanza. Por Eduardo Semtei


Eduardo Semtei Alvarado / @eduardo_semtei

La definición clásica de la congoja, sentimiento que se presenta de variada forma, incluso bajo un raro estado de ánimo conocido como “guayabo”, es, según el DRAE, una especie de desmayo, una sensación de fatiga, un estremecimiento de angustia o una grave aflicción del ánimo. Los privados de libertad suelen sufrir decaimientos y depresiones, fenómeno bautizado por los presos políticos de los años sesenta del siglo pasado con un nombre asaz gráfico y popular. Los de mi tiempo recuerdan el nombre.

Quiero expresar que tengo pena. Tengo angustia. Tengo congoja. Veo en las madrugadas inmensas colas de venezolanos mendingando por comida y sigo sin creer esa brutal realidad. Leo sobre linchamientos a lo largo y ancho de Venezuela y me cercioro de que nos hundimos en un fango de corrupción, de pérdida de valores. Los Semtei somos 10 personas. 8 de ellos están fuera del país. Y así sucede con miles, centenares de miles de familias, incluyendo aquellas chavistas. La destrucción masiva de los tejidos sociales y familiares no pudo discriminar entre gustos y colores. La existencia de unos siniestros personajes llamados “pranes” revela la podredumbre del gobierno y la perversión del Estado. Los colectivos agregan nuevos datos de la pesadilla en que se convirtió Venezuela.

La avalancha del desastre nos arrastró a todos. Los antihéroes tomaron por un tiempo la palabra. Son los oradores del gobierno. Los arquetipos del vicio. Oigo de cerca a un coronalote saludando a un generalote y repite, sin vergüenza, maniáticamente, sin sentido ni propósito, imbecilizado a más no poder, “Chávez vive” y al generalote contestando, “la patria sigue”. Los comparo con los saludos marciales de los ejércitos del mundo, y la congoja se anida más honda en mi pecho.

Recuerdo que en mis inicios de profesor universitario siempre acaricié la idea de jubilarme en un sitio cerca del mar. Los sueldos y la tradición así lo permitían. Ahora gano como docente jubilado un poco más que el sueldo mínimo. Unos 40 dólares mensuales al tipo de cambio libre y unos 75 al tipo de cambio Dicom. Los salarios de los profesores universitarios, los militares y los jueces se mantuvieron competitivos en relación con la sociedad y entre ellos mucho más. Incluso en el marco mundial éramos bien remunerados. Instructor, agregado, asistente, asociado, titular. Teniente, capitán, mayor, teniente coronel, coronel, general. Juez de parroquia, de municipio, de primera instancia, superior, magistrado. Qué orgullo era ser profesor. Qué orgullo era ser militar. Qué orgullo era ser juez. Ahora no lo es tanto. Imágenes positivas de la sociedad. Ejemplos. Guías.

Salvo quienes delinquen o prevarican, todos estamos arruinados, pasando penas, pasando trabajo, haciendo colas. Añorando. Maldiciendo. Si el derrumbe del sueño de una jubilación decente no parece tener remedio en el horizonte, la recuperación de la moral luce un reto aún más temerario, quimérico. ¿En qué momento se jodió Venezuela?

La crisis eléctrica es un espanto. Un crimen sin responsables. No hay ni una nueva represa. Pérdidas millonarias en compras irresponsables. Los capitostes de esta enfermedad son todos embajadores. Crisis de agua. El afamado grupo de especialistas chavistas en materia hidráulica resultaron todos unos fracasados absolutos. Tuvo razón De Viana. Sus sucesores eran un fraude. Un engaño. Puros piratas.

El sistema judicial, un cáncer en varias etapas. La policía que prepara el expediente a la carta. El fiscal que arma la imputación al gusto. El tribunal que dicta sentencia al por menor. Nuestra Contraloría General de la República tiene tiempo que no se oye para nada, excepto para salir a apoyar violaciones y retorcimientos de la carta magna. Después de 17 años de maldades administrativas no hay ni un solo alto funcionario juzgado o condenado. Unos cuantos opositores inhabilitados.

Sigue aumentando mi congoja. Se hace dolorosa. Paso revista a la situación médica. Crisis humanitaria. Crisis hospitalaria. Crisis médica. Muertos de mengua. En la tierra del petróleo no hay medicinas. No hay producción de vehículos. No hay vuelos internacionales. Mi patria y mi guitarra las llevo en mí, una es firme y es fiel, la otra un papel. Convirtieron en realidad la maldición de Joan Manuel Serrat. La patria es un papel que se usa para paliar la escasez de otro papel.

Los chulos del mundo encabezados por los Castro desangraron a Venezuela bajo la mirada y la actitud complaciente de nuestros gobernantes. Le entregamos los puertos, los aeropuertos, las viviendas, el sistema de salud, el sistema de deportes, la seguridad en consulados y embajadas, la construcción de viviendas, la inteligencia y contrainteligencia civil y militar, notarías y registros, el sistema de identificación y extranjería. Una sociedad, un contubernio, de putas, chulos y cabrones.

Ningún proyecto importante en 17 años. Pdvsa rodando en su bajada. Destruyeron las células básicas de la investigación científica y la cultura nacional. El IVIC muerto. El Conicit muerto. El Intevep muerto. El Conac muerto. Las universidades arruinadas y cercadas. ¡Cuánto horror! Los premios nacionales de periodismo son un tribuno al lameculismo exagerado. Por un lado golpean periodistas, asaltan camarógrafos y fotógrafos y por el otro enjabonan pinches cachorros del llamado sistema público de información.

Somos en economía en inflación, en recesión, en devaluación de la tasa de cambio, en escasez, los parias de la tierra. Somos una tierra desolada que vive a duras penas de las gotas del oro negro. ¿Cómo no voy a estar afligido?

La Fiscalía y la Defensoría del Pueblo. Escándalo tras escándalo. Indescriptible. ¿Será posible el sueño que de una sociedad podrida nazca una nueva sociedad? ¿Hay esperanza? ¿Qué hace falta?

Sabemos que esta larga noche no es eterna. Es prolongada y dolorosa pero no es para siempre. Un tsunami pasará y se llevará en su corriente lo que se deba llevar y ojalá sea hasta el fin de los tiempos. Con la furia del castigo y la fuerza de la razón. Sin venganzas y sin odios. Sin rencores ni cobranzas. Justo la ley. Ciega la ley. Dura la ley. Inexorable. Cuando el destino los alcance espero estar en primera fila.


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