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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Asumir el barranco. Por Marianella Salazar


Marianella Salazar / El Nacional

Resulta incongruente que Maduro y su gobierno acepten los resultados electorales del 6 de diciembre, pero se niegan a admitir su derrota frente a la oposición, que obtuvo mayoría calificada en la Asamblea Nacional. Para Maduro y sus adlátares ganó la guerra económica, según ellos, la única culpable de la carestía, demostrando que no hay voluntad de rectificación. La oposición también ganó con votos de la base chavista, agobiada como todos por la inseguridad y la crisis económica generada por políticas desacertadas que nos condenó a una feroz lucha por la vida, empezando por la alimentación, primer eslabón de una larga cadena en la lucha por la subsistencia.

El pueblo está pasando hambre y las consignas revolucionarias no sirven de alimento. El modelo socialista importado de Cuba fracasó, han sido diecisiete años de saqueo, de destrucción, y ahora Maduro anuncia que “la revolución bolivariana se fortalecerá en 2016 y encontrará soluciones que permitan superar las dificultades económicas que atraviesa el país, como consecuencia de la agresión de la derecha”. ¡Tarde piaste pajarito! El mandato del pueblo expresado el 6-D dejó en manos de la nueva Asamblea Nacional la implementación de leyes que garanticen un cambio de rumbo para lograr, entre otros tópicos fundamentales, un pleno abastecimiento, seguridad ciudadana y garantizar mejor calidad de vida.

La Mesa de La Unidad Democrática presentará un conjunto de leyes para ser discutidas y aprobadas en la Asamblea Nacional, entre ellas una ley marco para el incremento de la productividad, otra ley de impulso al desarrollo de viviendas que contempla la adjudicación de los títulos de propiedad. En la MUD hay mucha gente capaz trabajando en las soluciones de los grandes problemas que el país atraviesa. No será fácil transitar por este nuevo ciclo histórico que reivindicará valores democráticos, mucho menos con un gobierno inescrupuloso que no pierde oportunidad para declarar la guerra. La oposición tiene que mantenerse unida en la Asamblea Nacional para enfrentar los retos y no caer en provocaciones de una minoría negada a aceptar su barranco.

La astracanada

Resultó patético ver a Maduro junto al vicepresidente Arreaza, el ministro de la Defensa, Padrino López, y un grupito del Alto Mando Militar, todos con las manos extendidas sobre la lápida del sarcófago del “eterno comandante” –en una suerte del juego de la ouija–, para entregar, vía habilitante, “por los siglos de los siglos”, la estructura del Cuartel de la Montaña a la Fundación Hugo Chávez, y evitar que la nueva Asamblea saque los “restos sagrados” del ex presidente.

Francamente delirante, a dos días de la descomunal derrota electoral, aquel acto fue una astracanada, consecuencia de una gran resaca. Y luego, frente a un grupo de “turistas revolucionarios” invitados especialmente al aquelarre, gritando vivas, metió en el mismo a saco a Lenin, Trotsky y Stalin, ignorando que Stalin desencadenó el terror en la Unión Soviética e instauró una de las etapas más horrendas de violencia política en la historia moderna, con millones de personas detenidas, arrestadas, encarceladas o enviadas a campos de trabajo, entre ellas León Trotsky, que en su exilio fue asesinado por orden de Stalin. Además de ignorante, a Maduro lo traiciona el subconsciente.

¿Cuál es la respuesta?

El regreso a los cuarteles de los militares que están en la administración pública se debe: a) presión del sector civil del PSUV que responsabiliza a los militares de la derrota sufrida debido a su incompetencia y corrupción; b) hacer cacería de brujas para extirpar el ánimo opositor surgido dentro de la Fuerza Armada. Respuesta correcta: opción b.


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