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viernes, 21 de octubre de 2016

“La soberanía residía intransferiblemente en el pueblo”. Por Leandro Rodríguez Linárez


Leandro Rodríguez Linárez / @leandrotango

En Artículo 5 de la CRBV reza: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo (…) Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos” ¡Falso!

Es falso porque nuestros gobernantes sacrifican la voluntad del pueblo por presunta falta de dinero pero malbaratan más recursos de los necesarios para realizar elecciones en inútiles cumbres, confiesan el robo de 25 mil millones de dólares de las arcas públicas en tan solo un año, continúan dando “ayudas” a otros países y reina la opacidad en el manejo de la administración pública… ¿Dónde está la Contraloría General de la República?

Es falso porque se ha institucionalizado la primitivización de la función pública, los presidentes son reverenciados como comandantes de civiles, no cualesquiera “Supremos y eternos” ¡No señor! Una nación soberana trata desde los presidentes hasta los concejales como lo que son ¡Solo empleados públicos! obedientes y temerosos al pueblo.

El pueblo venezolano ya no es soberano, sus gobernantes hasta lo insultan por pensar distinto; lo llaman majunches, escuálidos, oligarcas, traidores, pitiyankee, realistas, engañados, manipulados, confundidos, coco vacíos, violentos, fraudulentos, pelucones, imperialistas, guarimberos, apátridas… por sí fuera poco, lo despiden de sus puestos laborales no por ineficientes ni corruptos sino por apartheid político, por divergir por medio del voto. Las instituciones garantes de los derechos del pueblo como la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo permiten estas aberraciones.

Un pueblo no puede ser soberano cuando se le coartan sus capacidades y potencialidades a través de malsanos controles, racionamientos y condicionantes, mientras su gobierno apoya incondicionalmente trabajadores y empresarios de otras naciones a cambio de engringolados apoyos internacionales. No puede ser soberano cuando se le obliga ser militante, a votar por un partido a cambio de ocupar viviendas prestadas o por indignantes bolsas de comida.

El pueblo no puede ser soberano cuando su sistema judicial suspende la recolección del 20% de manifestaciones de voluntad aludiendo un crimen difuso que pudo haber tramado el denunciante enviando a firmar “chimbamente” a sus acólitos para después apelar al fraude. Donde la máxima autoridad electoral, CNE, desaparece 600 mil firmas (entre ellas la de quien suscribe) y las envía a la fosa común e inauditable de una supuesta usurpación de identidad. Cómo un pueblo puede ser soberano cuando la inocencia disidente hay que demostrarla y todo aquel que descrea del gobierno es culpable por antonomasia. Cuando la máxima autoridad legal, el TSJ, acribilla al probablemente parlamento nacional más legitimo en la historia democrática del país.

Ahora que lo refrendario está de moda, convoquemos de una vez una enmienda que se ajuste a este oscurantismo patrio, confesemos desde el Artículo 5 de nuestra constitución “La soberanía reside intransferiblemente en los órganos de Estado (…) El pueblo emana de la soberanía de los órganos del Estado y a ellos está sometido”. @leandrotango


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