Por Jorge Sánchez Meleán / La Verdad
¿Y cómo terminará en Venezuela la historia del autor de nuestro madurazo? Más temprano que tarde la justicia del pueblo llegará. Hoy la OEA no es complaciente como en el pasado
El 5 de abril de 1992, Alberto Fujimori con el respaldo de las Fuerzas Armadas, dio un golpe de Estado en Perú, conocido como el fujimorazo. Disolvió al Congreso e intervino al Poder Judicial. Los dirigentes de la oposición fueron perseguidos. Fujimori, autócrata por naturaleza, no aceptaba que en medio de una crisis política, económica y social, el Parlamento lo controlara. Aspiraba a un legislativo servil que le diera amplios poderes. Desconoció la Constitución de 1979 y manejó a su antojo al Poder Judicial, al Consejo de la Magistratura, al Tribunal de Garantías Constitucionales, al Ministerio Público y a la Contraloría General de la República. Convocó a un Congreso Constituyente Democrático para que le legitimara sus arbitrariedades y lo mantuviera en el poder, donde estuvo hasta el año 2000.
En Venezuela, desde enero de 2016, Nicolás Maduro, con el respaldo de las Fuerzas Armadas viene dando también un golpe de Estado continuado. Ha desconocido a la Asamblea Nacional electa por el pueblo y tiene bajo su control total al resto de los poderes. Acabó con la separación e independencia de ellos. Maduro tampoco acepta, en medio de la crisis que padecemos, que el Poder Legislativo ejerza sus funciones de legislación y control. Ejerce un poder absoluto sobre las ramas del Poder Público. Por ello, con la anuencia de sus súbditos, ha derogado de hecho la Constitución de 1999. Hasta el presupuesto de 2017 será aprobado por el TSJ y un congreso de la patria inventado por él, para justificar sus desafueros. En Venezuela ha desaparecido el gobierno “electivo” y de “mandato revocables”, en medio de la mayor corrupción y violación de los derechos humanos. En Perú, el autor del fujimorazo, terminó condenado a 25 años de cárcel entre otros por delitos de lesa humanidad, corrupción, peculado culposo, apropiación de fondos públicos, delitos de espionaje telefónico, por compra de medios de comunicación, asesinatos, secuestros y dos delitos muy particulares: “incapacidad moral” y “falsedad ideológica “ en agravio del Estado. ¿Y cómo terminará en Venezuela la historia del autor de nuestro madurazo? Más temprano que tarde la justicia del pueblo llegará. Hoy la OEA no es complaciente como en el pasado. Los Montesinos venezolanos del Sebin, y quien les da sus órdenes, tienen los días contados. Los delitos de lesa humanidad no prescriben como tampoco la más grande estafa hecha jamás a un pueblo en América Latina, por quienes como el dictador peruano, han cometido los delitos de “incapacidad moral” y de “falsedad ideológica” para acabar con el estado de derecho y la democracia en la patria de Bolívar.
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