Por Luis Vicente León | El Universal
Ya no recuerdo la cantidad de veces que me han preguntado si lo que está pasando en Venezuela es parte de un plan sofisticado o es el resultado de la filosofía nacional: “mientras vaya viniendo vamos viendo”.
A lo largo de estos años he cambiado de respuesta a esa pregunta. Primero pensaba que en el chavismo no había nada muy sofisticado y que los resultados eran producto del ensayo y el error, bueno más del error que del ensayo. Pero luego comencé a pensar que no. Que detrás de todo esto si había un plan estructurado para concentrar y preservar el poder a toda costa, privilegiando primero la colonización de la democracia a través de la base de la democracia que es la elección. Siendo Chávez muy popular, las elecciones le permitían controlar y colonizar las instituciones de poder y bloquear todo el resto de los elementos democráticos, como la independencia de poderes, el respeto a la Constitución, la alternancia y, si era necesario, el propio proceso electoral.
Pero si me lo preguntan hoy, tendría la tentación de responder: “todas las anteriores”. Claro que hay un plan y una estrategia, pero la misma ha ido cambiando en el tiempo dependiendo de las circunstancias y, especialmente, de los múltiples errores cometidos. Me parece que el chavismo es lo más lejano a un reloj suizo, y los errores, que son muchos, han ido llevándolo por caminos que no necesariamente eran los que originalmente habían diseñado y buscado. Pero lo que sí queda claro, es que su objetivo final sigue siendo el mismo: conservar el poder como sea, cambiando quizás la forma para hacerlo.
En este sentido, si tuviera que proyectar cuál será la próxima etapa en la estrategia política oficial, diría que esta será buscar una mega elección en diciembre del 2018. Anunciarla con relativa anticipación, para canalizar la energía opositora hacia ahí, tratar de bajar la tensión interna e internacional y comenzar sus acciones tendientes a lograr que esa elección sea controlada por el chavismo “como sea”.
Sí, ya se que muchos de ustedes tiene en su cabeza la idea de que a estas alturas el gobierno no ganaría una elección de ninguna manera y que frente a esa realidad, el escenario base es que bloqueará también la elección presidencial y se declarará abiertamente dictadura, bajo cualquier excusa estrambótica de las que usan cotidianamente las autocracias. Pero creo que esa es una visión equivocada. No me mal interpreten. NO estoy diciendo que el gobierno estará dispuesto a ir a una elección convencional, honrar la democracia y salir del poder si eso es lo que quiere el pueblo (que sin duda es lo que quiere). Lo que estoy diciendo es que el gobierno preferirá mantener las apariencias, aunque sea a través de un evento electoral sesgado, opaco y no competitivo. Para el chavismo resulta infinitamente más inteligente tener una elección inválida y sesgada que bloquear totalmente el proceso electoral y quedar en total evidencia. Y entonces, si mi olfato no falla (y claro que puede fallar), vamos de cabeza a la elección, comprando casi dos años que restan constitucionalmente para “prepararla” en términos de ¿quién podrá y quién no podrá participar?, ¿quién puede y quién no puede votar?, ¿cuán secreto será el voto en ese proceso?, ¿cuántos candidatos no chavistas (distintos a opositores) se pueden colocar en la escena? y ¿qué líder chavista convendrá presentar en esa elección?
Los linealpensantes interpretan que si el gobierno no puede ganar una elección, simplemente no la hará. Les juego morisquetas o morocotas a que en este caso particular, tendremos elecciones, sólo que serán unas elecciones que darán mucho, pero mucho que hablar.
luisvicenteleon@gmail.com
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