Fausto Masó / El Nacional
¿Qué se dirá a sí mismo Nicolás Maduro cada noche? Con seguridad se miente, nadie soporta una verdad tan cruda, reconocer el desastre en que ha sumido a Venezuela, la falta de esperanza en el futuro, el convencimiento de que la mejor salida es la del aeropuerto, como hacen los jóvenes mejor preparados bien informados y con los ojos abiertos.
Afortunadamente para él, Chávez murió a tiempo, se despidió de la política feliz, la enfermedad lo ayudó a no ver la realidad, sus últimos días de vida sirvieron para engañarlo. No tuvo la oportunidad de ver cómo había hundido el país.
Maduro, en cambio, tiene frente a sus ojos una Venezuela en ruinas, sabe que en el futuro la situación empeorará, pero carece de imaginación y de cultura política para emprender el gran viraje, poner la economía a producir, abrirles a los empresarios la oportunidad de trabajar.
Estamos, pues, en el peor de los mundos posibles, solo queda la esperanza de que el país siga desmoronándose hasta que toquemos piso y reconozcamos la realidad. Pero es bien difícil, porque el discurso popular es iluso y tonto.
Hoy faltan los medios y la infraestructura para lograr una vida decente para todos los venezolanos, carecemos de alimentos, medicinas, repuestos de todo tipo. Representamos una forma loca de hacer política y de gobernar, y tenemos en Miraflores a un hombre trabajador, pero ignorante que supone que si todos sacamos un carnet seremos felices. Alguna vez al contar esta historia increíble los venezolanos del futuro se preguntarán cómo fue posible tanta estupidez, cómo los economistas oficiales no vieron lo que tenía enfrente, cómo supusieron que con un maldito carnet disminuirían las colas.
Y no cesan las malas noticias. Las exportaciones de crudo petrolero de Estados Unidos pronto superarán las de varias naciones de la OPEP y crecerán mucho más si el nuevo presidente, Donald Trump, cumple su promesa de facilitar la exploración y la extracción de crudo en cualquier parte de Estados Unidos. El mayor consumidor de petróleo del mundo quizá venda hasta 800.000 barriles diarios este año, según varios analistas de Bloomberg. Estados Unidos ya exportó en los primeros días de este año 527.000 barriles al día.
La producción diaria de Estados Unidos llegará fácilmente a 9 millones de barriles en 2017, después de bajar a 8,87 millones en 2016.
Todo esto pondrá presión sobre los precios, en los momentos en que Maduro no cesa de mirarse el ombligo, como si no quisiera enterarse de lo que ocurre en el mundo. Le basta con repetir y oír su propio discurso populista que despierta aplausos en algunas partes del mundo, pero Maduro aprecia más un mensaje que le llegue de Cuba que los datos de la realidad.
Así nos va.
Bien mal.
Con el tema de la renovación de los partidos políticos Nicolás Maduro está aprovechando para sacar de su alianza a otras organizaciones que no sean su cúpula pequeña del PSUV. Según el diputado José Prat, “no hay que caer en la trampa de salir a legalizar los partidos en esas condiciones, hacerlo es convalidar un procedimiento que es ilegal y antidemocrático”.
Hay que movilizar al país y convencerlo de que solo con un viraje profundo de la economía, con poner al país a trabajar, con privatizar Pdvsa, con abrir Venezuela al trabajo fecundo y creador saldremos de este desastre.
Por desgracia, este discurso no se oye, sencillamente ni siquiera se dice.
Maduro duerme el sueño profundo del que rechaza ver la realidad, prefiere tomar en serio los elogios que le vienen del Caribe y los halagos de los que están enriqueciéndose.
No nos hagamos ilusiones.
Vamos mal y estaremos mucho peor.
Maduro no despertará.
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