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lunes, 10 de julio de 2017

La alta "suciedad". Por Carolina Jaimes Branger


Carolina Jaimes Branger / El Universal

La frase no es mía, pero la suscribo desde la “a” hasta la “z”. La corrupción se ha apoderado de Venezuela. No es sólo el gobierno, que ciertamente ha incurrido en robos y desfalcos gigantescos, que ha dejado como niños de pecho a todos los corruptos del pasado. También son corruptos de baja calaña algunos miembros de alta sociedad, que ni cortos ni perezosos, han hecho –y siguen haciendo– negocios con los chavistas.

Recuerdo las primeras elecciones municipales después de que Chávez ganó la presidencia. Yo estaba en la playa de Chuao esperando a que frieran unas empanadas en un quiosco. Dos señoras que estaban detrás de mí hablaban animadamente de un conocido que había sido electo como miembro de un concejo legislativo. “Si este muchacho no aprovecha esta oportunidad que le da la vida para hacerse rico, es porque es un idiota”, dijo una. La otra asintió. Yo me sentí muy mal por el comentario, pero me sentí peor de que lo hicieran como si fuera algo loable y publicable. No estaban hablando en voz baja.

Los “revolucionarios” llegaron con las fauces abiertas, hambre atrasada y sed de poder, una combinación letal. Pero que haya personas que tuvieron educación en valores, que jamás pasaron carencias porque nacieron en familias acomodadas y fueron a buenos colegios, y a pesar de ello, se comporten como unos vulgares ladrones, es indignante.

¿De dónde salieron tantos amorales que luego de haber arruinado a la nación exhiben sus riquezas como si nada?... Facebook, Instagram, Snapchat…, están llenas de fotos donde bolichicos y otros alardean de lo que se robaron. ¿Creerán que la nación no tiene dolientes? ¿Vamos a seguir en la onda de perdonar a todo el que tiene plata, no importa de dónde venga ésta?

Los delincuentes que han vendido su alma al diablo a cambio de dólares, euros o cualquier otra moneda fuerte, también son asesinos, porque cada venezolano que muere de mengua, sea por hambre o por falta de medicamentos, tiene sus improntas. Lo último que hemos sabido de estos seres que merecen todo el desprecio de la sociedad, es que además de todo, amenazan a sus detractores y hasta contratan sicarios.

Yo espero que la nueva Venezuela –esa que estamos pariendo con tanto dolor– sea la Venezuela donde la corrupción no tenga cabida. Nos la debemos. Nos la merecemos.

@cjaimesb


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