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viernes, 4 de agosto de 2017

¿Estamos para elecciones?. Por José Domingo Blanco


José Domingo Blanco (Mingo) / Runrunes

¿Es el momento de desviar la atención hacia lo electoral? ¿El país, el ánimo de los venezolanos, está como para cambiar el rumbo y comenzar a hablar de elecciones? ¿La crispación actual se aplacará eligiendo gobernadores y alcaldes? Supongamos que, por consenso, todos estuviésemos de acuerdo con unas elecciones en diciembre de este año, ¿asistiríamos a unos comicios organizados por Tibisay Lucena, a pesar de las denuncias del Director de Smartmatic, Antonio Mugica? “Cosas veredes que faran fablar las piedras” una expresión que, por cierto, muchos colocan en boca de Don Quijote, la célebre novela de Miguel de Cervantes; pero que, al parecer, tiene una raíz literaria más antigua, remontándose incluso al Cantar de Mío Cid. Así podríamos decir los venezolanos después de tres meses de protestas: “cosas veredes que faran fablar las piedras”, un dicho que se usa como sinónimo de perplejidad y asombro ante las cosas que ocurren en derredor.

La recomposición de Venezuela no comienza con unas elecciones regionales. Los problemas del país, no se solucionan participando en unos comicios para seleccionar nuevos gobernadores. Hay demasiado desorden como para suponer que, sin instituciones imparciales, autónomas, independientes y apolíticas, vamos a corregir los errores que nos tienen hundidos en este atolladero.

Cómo hablar de elecciones cuando la ONG Súmate, a propósito de los resultados del 30J, enumera las posibles irregularidades que se cometieron en el acto del domingo. Y cito textualmente las declaraciones de Francisco Castro, uno de sus voceros, reseñadas en El Nacional del jueves 3 de agosto; “lo grave es la falta de información, pero el fraude puede deberse a diversas causas: el voto múltiple, la usurpación de identidad, la introducción de votos fraudulentos mediante la simulación sin la presencia del elector, que se hayan precargado en el software de las máquinas o es perfectamente posible que Lucena haya inventado los resultados en una computadora o en una hoja. Las cosas se complican porque no hubo auditorias, no abrieron las cajas, no se imprimieron las actas de escrutinios, lo que dificulta la auditoría”. ¿Les parece haber oído esto antes?

Asegurar que hay que participar en las elecciones para no perder espacios, así estén organizadas por este cuestionado CNE, es avalar todos los procesos que a lo largo de estos años de opresión ha organizado el ente rector –incluido el del pasado domingo 30 de julio. Es seguir haciéndonos los sordos ante las evidencias de fraude que, elección tras elección, los expertos en la materia vienen denunciando. Es aceptar que este CNE, el que tiene la misma directiva caduca, es legítimo y, por tanto, cada uno de los actos que ha organizado, válidos. Es barnizar de democrático a un régimen dictatorial.

Es que acaso no despierta suspicacia que este miércoles, el Director Ejecutivo de Smartmatic, Antonio Mugica, denunciara que se abultaron los resultados de las elecciones del 30J. Estas declaraciones, unidas al hecho de que veinte gerentes de Smartmatic se hayan ido del país, avalan una realidad de la cual los venezolanos fuimos testigos: la cifra de Tibisay no concuerda con la afluencia de votantes que hubo en los centros de votación habilitados, ¡incluido el Poliedro! Sin embargo, era lógico suponer que el régimen estaba obligado a “inflar el perro”, como se dice en el argot periodístico. Disfrazar la abstención y elegir una ANC a pesar del rechazo y las denuncias de más de 40 naciones del mundo, es insistir con la imposición de un sistema de gobierno que prescribió.

¿Debemos reenfocarnos en el cronograma electoral y abandonar la protesta? ¿En qué cambiaría el país si logramos una nueva cohorte de gobernadores sin antes corregir otros males mayores? Porque, si la tesis es “no perder espacios” –o ganar gobernaciones o parcelas de poder- recordemos que, cuando en diciembre de 2015 masivamente elegimos a una nueva Asamblea Nacional opositora, antes de entregar sus curules los diputados del régimen se apuraron en nombrar al nuevo TSJ, éste que se ha encargado de arrinconar y desconocer las decisiones del poder legislativo. O que ocurra lo mismo que sucedió cuando Ledezma fue electo Alcalde Mayor: inmediatamente, le colocaron por encima un supra alcalde que le inhibió todas sus actuaciones, hasta que finalmente, lograron neutralizarlo con una detención que continua en un limbo jurídico.

Evaluaría la posibilidad de votar en una elección de gobernadores, si y solo si, volvemos al voto manual; pero, en el que cada Estado, con sus ciudadanos, con su infraestructura, organizara el proceso regionalmente. Pero, cuando volteo la mirada, y hago un recorrido por los destrozos que ha dejado este régimen a su paso, me doy cuenta que, en este momento, son otras las prioridades. La urgencia de Venezuela, no está en escoger candidatos para las gobernaciones. Los problemas son más graves y si no los solucionamos antes, no quedará ni siquiera un país que repartirse entre los ambiciosos de siempre.

@mingo_1


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