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domingo, 16 de junio de 2013

El Triángulo de las Bermudas. Por Luis Vicente León @luisvicenteleon

Generaron una crisis de divisas que hace que el negro nuevo quintuplique al oficial devaluado

LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL

Por qué hay problemas críticos de desabastecimiento? ¿Por qué la oferta se ha restringido? ¿Por qué los precios crecen sin parar? ¿Por qué el mercado negro enloqueció?

Podríamos escribir varios tratados sobre estos temas, pero mejor nos concentramos en lo que me gustaría llamar "El Triángulo de las Bermudas", conformado por tres puntos claves: 1) un pésimo manejo cambiario, 2) un primitivo control de precios y 3) unas expropiaciones ineficientes y empresas públicas improductivas y corrompidas.

Veamos el primer punto: el cambio.

Hace tiempo que el control de cambio viene deteriorando las bases de nuestra economía. La razón es simple: cuando intentas evitar el desplazamiento natural de una moneda que se deprecia frente a una inflación imparable, el tipo de cambio se aleja de su valor real y se convierte en un regalo. Todo el mundo quiere ese regalo y la demanda se hace infinita. Tomemos el ejemplo del 2012. Como los dólares oficiales no se entregaban masivamente para personas naturales o salidas de capital, los demandantes buscaban dólares a través de las importaciones o de la simulación de importaciones. La suma de ambas operaciones rompió el récord histórico al llegar a los 59 billones de dólares, y no fue más porque en octubre el ministro de Finanzas decide cerrar los grifos de divisas en Cadivi y Sitme y dejar sin oxígeno a los hampones cambiarios y al mercado negro, el problemita es que también asfixia a los importadores legales, todos a la vez. Lucían interesantes los argumentos para realizar este movimiento: "el país no necesita todas esas divisas para vivir y hay operaciones ilegales en Sitme que se convirtieron en un gran fraude". Coincido con esos argumentos, pero creo que se les olvidó un detalle, todo era su responsabilidad.

Haber mantenido un tipo de cambio absurdamente bajo, sin devaluar a un nivel justo, hacia la demanda de divisas imparable e insostenible. Intentar parar esa demanda artificialmente (y no por la vía natural del crecimiento del precio del dólar) se traduce en controles improductivos, asignaciones injustas y corrompibles tanto para quien asigna como para quien recibe.

¿Qué hace un gobierno moderno ante una ruptura del equilibrio de estas características? La estrategia de librito. Podría mantener algunos subsidios cambiarios para los productos más sensibles socialmente, pero para el resto de la economía, desbocada por el dólar regalo, tiene que devaluar y abrir y despenalizar el mercado, para que el precio de la moneda logre su equilibrio, sin duda menor que el registrado en el negro.

Pero ¿qué hizo el Gobierno? Ante el miedo de que la devaluación impactara la inflación, toda vez que el negro duplicaba el oficial, decide mantener el control, reducir las asignaciones oficiales y ofrecer una estrategia de importaciones públicas, que según los ideológicos abastecería el mercado con "las cosas que realmente necesitaba".

No había que ser demasiado perspicaz para saber lo que pasaría: en vez de controlar la inflación, la dispararon. Para evitar que la economía no subsidiada llegara a niveles del negro anterior, terminaron generando una crisis de divisas que hace que el negro nuevo casi quintuplique al oficial ya devaluado y sirva de referencia marcadora de precios en toda la economía, enloqueciendo la inflación y, por supuesto, impide que los importadores legales tengan divisas para traer sus mercancías, generando la peor crisis de desabastecimiento, sin vaguada o terremoto.

Solo este problema ya representa un reto gigante por resolver, pero nos quedan todavía los otros dos puntos del Triángulo... que analizaremos la próxima semana.

@luisvicenteleon
Luisvicenteleon@gmail.com


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