Carolina Jaimes Branger / La Verdad
Si no fuera porque es verdad y es una tragedia, lo que daría es risa. Un gobierno que les ha achacado a los bachaqueros toda suerte de culpas y responsabilidades, ahora legaliza el bachaquerismo. Porque sí, señores, los CLAP son el bachaquerismo legalizado.
Nunca pensamos que llegaría el día cuando los venezolanos tendríamos nuestra propia libreta de racionamiento. De hecho, muchos se burlaron de quienes al comienzo de la era Chávez vaticinaron lo que nos sucede hoy: escasez e hiperinflación. Los ricachones de América Latina alcanzamos los niveles de hambre cubanos. Pero no vamos a tener la “suerte” de los cubanos, que por lo menos saben que cuentan con ciertos alimentos y bienes al mes. Nosotros vamos a tener o poco, o nada.
Atrás quedaron los días cuando el Club de Roma, uno de los “think tanks” más importantes del mundo, en un estudio de prospectiva realizado a principio de los años setenta, incluyó a Venezuela entre los tres países que –según ellos- sería un país desarrollado a la vuelta del milenio. Los otros dos eran Irán e Iraq, lo que demuestra claramente que no sólo son importantes los indicadores económicos, también los sociales. Por eso no me cansaré de repetir que mientras no erradiquemos los paradigmas de subdesarrollo que tenemos, jamás saldremos de esta situación. O saldremos de esta para entrar en otra.
Los Comités Locales de Abastecimiento y Distribución, en teoría, son una forma de organización comunal de la mano del gobierno, diseñada para llevar alimentos a los sectores de la sociedad más desfavorecidos. Pero los CLAP nacieron barrigones, y en Venezuela sabemos que el que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito. Es muy, pero muy tentador –de hecho, así nacieron los bachaqueros- conseguir un producto en un precio baratísimo y saber que se puede vender por cientos y hasta miles de veces su precio. ¿Qué creen ustedes que va a pasar con esas bolsas de alimentos? No hay que tener una bola de cristal para ver el futuro. Incluso para los beneficiarios será una tentación vender parte del botín.
Ya sé de una señora que le entregaron una bolsa “chucuta”, sin leche y sin caraotas. ¿Para dónde se fueron? ¡Adivina, adivinador! Y es que para alguien sin escrúpulos –que hay bastantes- es fácil revender una leche en Bs. 4000 o 5000, cuando tiene que vender todo lo que está en la bolsa por Bs. 2000.
Un bien vale lo que la gente está dispuesta a pagar por él. Escribiendo este artículo pregunté por Twitter en cuánto vendían los bachaqueros un kilo de leche en polvo. Las respuestas fueron de Bs. 3000 en adelante. “Bs. 6000 en Quinta Crespo y Catia y si quedó algo del saqueo en Petare, ojo leche de MERCAL”. En el interior es todavía mucho más cara: “En Valencia entre Bs. 7 y 8 mil”. “en el estado Bolívar, entre 5 mil (Cd Guayana) y 10 mil (El Dorado)”. “En San Cristóbal el más económico Bs. 4000”.
En Venezuela hay muchos todavía que pueden darse el lujo de comprar un producto por un precio exorbitante. En Colombia se consiguen productos que al cambio, son más baratos que los que aquí venden los bachaqueros. Es una de las tragedias de la economía socialista, que al eliminar la competencia, acabar con la industria y favorecer los monopolios, hace que los productos alcancen precios estratosféricos.
La corrupción ha permeado nuestra sociedad. Y la ocasión hace al ladrón. Una clapa es una peladura de un terreno ocasionada porque sus semillas no nacieron, o murieron. Los CLAP son clapas: no llegarán a nacer o morirán comenzando: sus semillas están muertas.
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