CIPRIANO HEREDIA S. | EL UNIVERSAL
Tal y como fue advertido por gran cantidad de profesionales y dirigentes de la alternativa democrática, el modelo denominado "socialismo del s. XXI" tarde o temprano nos traería a un mar que no es precisamente "de felicidad", sino que por el contrario es de creciente deterioro económico y social, que poco a poco conduce a la ruina del país.
Ese modelo, tan cacareado como la supuesta fórmula para la salvación de la humanidad y redención de los pobres es, en realidad, un esquema inspirado en viejos y fracasados principios marxistas, financiados en este caso con un abultado saco de petrodólares que hicieron creer a muchos que la receta estaba funcionando. ¡Nada más lejos de la verdad!
En el socialismo del s. XXI no se abolió del todo la propiedad privada, pero se le limita y condiciona como nunca antes; no se declaró abiertamente una lucha de clases, pero se siembra el odio contra los empresarios y se condena la riqueza; y no se socializaron todos los medios de producción, pero gran cantidad de ellos se expropian o confiscan a discreción, convirtiendo al Estado en principal y asfixiante agente económico. Si a eso le sumamos el largo rosario de controles que se han impuesto, más la mediocridad de la gerencia pública y la desatada corrupción, pues tenemos una receta perfecta para hacer implosionar social y económicamente a cualquier sociedad, y es a ese punto exacto donde estamos llegando ahora.
Las cifras actuales no sólo dan miedo, sino que su proyección a futuro es desalentadora. Cerramos mayo con 6,1% de inflación mensual (la más alta en años), 19,4% de acumulada en lo que va de 2013 (más de lo que el gobierno estipuló para todo el año), y anualizada en más de 35% (pésimo augurio de lo que viene); la escasez se mantiene por encima del 20% -lo cual según algún ministro "es normal" (claro, en Cuba)-; el bolívar lleva tres devaluaciones en 5 meses (la oficial de Bs. 4,30 a Bs. 6,30/$, la del Sicad (que nadie sabe a cuánto llegó), y la que se vive en la calle todos los días (que es la peor, pero cuyo valor está prohibido decir); la deuda pública ronda los $200.000 millones, comprometiendo severamente nuestro futuro; y las reservas operativas están en rojo hace rato.
Mientras tanto, Arias Cárdenas en el Zulia se ofrece para ensayar un esquema oficial de racionamiento de productos, pero se molesta si se le llama así; hemos batido el récord histórico en importaciones (¡Viva la economía endógena!) y nuestras exportaciones dependen casi exclusivamente del petróleo (96%); el BCV sigue produciendo más dinero inorgánico (no respaldado en bienes ni en reservas) y el Gobierno aumentando el gasto público (causa directa de la inflación). En paralelo, Nicolás hace una maroma para sentarse a hablar con los empresarios que sobreviven, dice en público que los ha regañado a todos, pero en privado Merentes reconoce que el Gobierno los tiene ahorcados.
Dicho esto, entendamos algo: esta situación no salió de la nada. Todo esto es producto de 14 años de errores económicos graves y, sobre todo, en la última década. Aquí llegamos como consecuencia de una brutal intervención del Gobierno en la economía, no sólo imponiendo controles de precio, de cambio y de todo tipo, que siempre a la larga son nefastos, sino que también ha confiscado a la brava más de 4 millones de hectáreas en el campo (buena parte de ellas productivas), ha expropiado más de mil empresas privadas, y ha provocado el cierre de más de 8 mil industrias por diversas vías, alejando las inversiones.
Por eso la pregunta clave aquí es: ¿está dispuesto el Gobierno a revertir todo esto? La respuesta es obvia: NO. Lamentablemente está atado a una ideología fracasada, a las órdenes de Cuba y al referente de un líder que tenía carisma, pero adoptó una visión económica totalmente equivocada. A la par de todo esto, las universidades comienzan un paro, los trabajadores protestan, la gente hace cola para comprar bienes indispensables y se pelea por los pocos que consigue, no hay papel higiénico, entran 470 cadáveres a la Morgue de Caracas por mes, no hay doctores ni medicinas en los hospitales y una gripe mortal se convierte en epidemia, pero el gobierno niega todo o lo subestima.
La gente ha perdido el miedo y se queja cada vez en voz más alta. ¡Cuidado! El reloj hace TIC TAC...
Diputado al Consejo Legislativo de Miranda y Sub Sec. Gral. de ABP
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