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martes, 11 de junio de 2013

Lula, Chávez y el "papachip". José Luis Méndez La Fuente

JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE | EL UNIVERSAL

Recuerdo que cuando Chávez comenzó a hablar de socialismo y ponía a Cuba de ejemplo, tema que fue repitiendo poco a apoco, no obstante que en alguna entrevista al principio de su gobierno negó ser comunista, muchos venezolanos, víctimas quizás de un temor repentino, se veían viviendo, a no muy largo plazo, como los cubanos. La cartilla de racionamiento era uno de las "figuras negras" del comunismo de la isla, que la gente en la calle visualizaba más rápidamente, de manera casi inconsciente. El resto, la mayoría, negaba que tal posibilidad nos acechase, bien porque siendo chavistas no creían a su líder capaz de semejante cosa, bien porque no siéndolo, la consideraban irreal, lejana, fuera de todo propósito.

Pero como si de la película "Cuando el destino nos alcance" se tratase, el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Me refiero, claro está, al verbo de Chávez, que de tanto decir que Cuba y Venezuela eran una sola nación, un solo país y un solo pueblo, después de muerto lo logró. O mejor dicho, sus herederos políticos, que le dieron ese regalo post-mortem a él y a todos nosotros. Y decimos que lo complacieron después de muerto, porque en más de una ocasión, la última fue en el 2010, el propio Chávez anunció la tarjeta de racionamiento, bajo el disimulado nombre de "cédula del buen vivir" para comprar "lo justo y necesario".

El "papachip" como ya se le llama a nuestra tarjeta electrónica de racionamiento o consumo limitado, no nace, sin embargo, por las mismas causas que en Cuba, sino por la necesidad de combatir el contrabando en las fronteras, según nos lo ha querido vender el régimen de Maduro, que aun piensa que los venezolanos (y las venezolanas también) siguen siendo tan tontos como hace catorce años, cuando se dejaron engatusar por el discurso del máximo jefe de la revolución bonita. Por esa noble razón y no por más nada, el "papachip" es una creación ingeniosa de la Gobernación del estado Zulia. Y quien piense otra cosa, es un desestabilizador, además de un mal pensado.

Hay quienes creen, sin embargo, y no se trata de infiltrados ni golpistas, que los "chips" se los debían de implantar a quienes tienen el deber de vigilar y cuidar nuestras fronteras, para que no se duerman y estén con los ojos más abiertos. Otros, más críticos, creen que todo este asunto de la escasez de alimentos y de papel higiénico, no es más que una estratagema del gobierno, muy bien montada, para poder justificar el chip de racionamiento como medida de control sobre la población.

Si algo es cierto en todo esto, es que el gobierno no tiene sentido del ridículo por decir lo menos y que no le importa la deplorable imagen que estamos dando al resto del mundo, que no puede terminar de entender como un país petrolero por excelencia, como el nuestro, tiene una crisis de alimentos y de productos básicos, desde hace ya varias semanas atrás.

El otro regalo post-mortem, que guarda relación con el anterior, es el Premio Nacional de Periodismo que acaba de ganar Chávez, por voto unánime del jurado, en virtud del papel que como comunicador social jugó "contra la mentira y la manipulación", además de devolverle la palabra a los oprimidos del mundo. Que fue un excelente comunicador que ayudado por su carisma con la masa, fue capaz de hipnotizarla, no cabe duda. Tan bueno, que anunció lo que venía, tarjeta de racionamiento incluida, y nadie le dijo nada o lo objetó, como si estuviésemos convencidos de la verdad de lo que decía, o por el contrario, de que no nos importaba.

Por eso, no deja de ser curioso o llamativo, que hace unos días, dentro del marco de la celebración de los diez años de la alianza estratégica Perú-Brasil, que Lula inauguró como presidente en el año 2003, el gran amigo y aliado de Chávez haya expresado, frente a una importante representación de empresarios de ambos países, que él le recomendó a Chávez que "dejara de hablar constantemente de Simón Bolívar, pues ya no hay integración con espada en la mano, sino con bancos de desarrollo, con financiamiento, con tasas de interés". Y yo me pregunto ¿Qué hubiera sido del discurso de Chávez y de su poder como comunicador, si le hubiese hecho caso a Lula?

Xlmlf1@gmail.com




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