...miedo de estar... pero mucho más miedo me da no estar y perder todo por lo que hemos luchado. ¿Y tú?
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
No suelo ser un analista radical. Más allá de mi posición política, estoy convencido de que la verdad no es un monopolio de ningún bando y los malos y los buenos están regaditos por todos lados.
Trato de hacer análisis insesgado, que no significa no tener posiciones fuertes en lo que creo, sino ver las cosas desde las diferentes posiciones y entender la lógica que las motivan, me gusten o no.
En una sociedad polarizada, esto no es fácil. La gente se embrutece con los radicalismos y siente que cualquiera que intente comprender al adversario, e incluso estar de acuerdo con él en algunos planteamientos racionales, es un traidor, mientras es un pecado mortal que alguien que ha defendido a un bando conceptualmente, los critique en aquello que considera un error. Es interesante ver que el país de los dos lados se cree su propia afirmación polarizante: ¡Estás con Dios o con el Diablo! como si la vida fuera lineal, como si de verdad podemos decir que un lado es Dios (y en consecuencia nunca se equivoca) y el otro el Diablo (y jamás tiene razón). Paja podrida, oscurantismo balurdo, simplismo grosero, manipulación política. De eso se trata.
En mi caso, no me da la gana dejarme encerrar en esa cárcel de los polos. Lo bueno es bueno, no porque venga del lado que considero mejor. Es bueno si es bueno y ya. Y lo malo, es malo y ya. No depende para nada de quien lo haya hecho, ni de las características del emisor y su relación conmigo. Las solidaridades primarias son entendibles, pero primitivas. Nada hará que me calle para decir lo que pienso, mientras tenga voz (que es ronca, pero siempre dispuesta) y pueda escribir y expresarme para alguien que le interese, esté o no de acuerdo conmigo. Me equivoco y acierto y estoy siempre dispuesto a enmendar cuando meto la pata como el que más.
Estoy acostumbrado a las presiones y amenazas de ambos lados y he actuado siempre igual, irreverente y firme sobre lo que pienso. No porque no tenga miedo. Tendría que estar loco para no tenerlo frente a actores, de una trinchera y la otra, que tienen la fuerza para destruir lo que quieran destruir. Pero las reacciones al miedo sólo pueden ser dos: la cómoda, y entonces debería bajar la cabeza o huir o la valiente, hacer lo que tienes que hacer, a pesar de tener miedo. Me decanto por la segunda, pidiendo perdón a mis morochos por lo que esto pueda significar para ellos en el futuro, pero seguro que más grandes entenderán que no hay nada más valioso que luchar por ser libres y sólo lo eres cuando no tienes que censurar lo que dices (para complacer o protegerte), pues aquel que censura lo que dice, termina censurando lo que piensa.
Creo que nos adentramos en una radicalización política más fuerte que la que nos parecía fuerte. Creo que nuestros derechos serán más débiles cada vez. Creo que quienes deberían liderar la defensa de esos derechos se miran el ombligo, más interesados en subsistir ellos que en garantizar la subsistencia de los derechos de los demás. Creo que la corrupción se comió el país. Creo que la pen... es mayoría. Pero también creo que es demasiado lo que podemos perder. Que cada día hay más gente despolarizada que entiende que necesitamos integrarnos para construir. Creo que el trabajo político más exitoso no se hace ni en la radio ni en la televisión, sino cuando cada uno de nosotros, no importa nuestra área de acción, resistimos y construimos ahí, en ese microcosmos donde podemos influir, asumiendo nuestro rol y formando ese muro de contención indispensable para defendernos. Les vengo a decir que tengo miedo de estar... pero mucho más miedo me da no estar y perder todo por lo que hemos luchado. ¿Y tú?
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