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WILFREDO FRANCO | EL UNIVERSAL
Varios amigos que ocuparon altos cargos durante el gobierno de Chávez me han comentado la obligación que tenían de "coger línea" cada domingo oyendo las ocurrencias de Chávez en Aló Presidente. Y es que el funcionariado del alto gobierno y del partido se acostumbró a seguir instrucciones por radio y TV. En consecuencia, si no se percibía alguna instrucción no se procedía, aunque fuera necesaria cualquier decisión/acción desde cualquier despacho público. Eso hizo muy ineficiente al Gobierno, pues era imposible "mandar" sobre tantas y tan diversas cosas por más largas y frecuentes que fueran las cadenas. Obviamente, los funcionarios tenían su domingo familiar arruinado, pues aunque era una lotería, pudiera ser que en el programa Chávez se refiriera al despacho o área de trabajo del funcionario, y pobre del hombre o mujer si el lunes no estaba enterado de la instrucción que le competía. Fue una manera absurda de gobernar, pues hasta la planificación a mediano y largo plazo no se emprendía si no se recibía la orden directa del Presidente. ¡Todo lo tenía que decidir el Presidente! Y de esa manera Venezuela se fue quedando atrás en todos los aspectos del desarrollo nacional, estadal y municipal. Venezuela fue administrada por un Estado semiparalizado por 14 años.
La prematura e inesperada partida del gobernante, que aspiraba emular a Fidel en su largo periplo, creó un vacío en la ya débil administración de las funciones públicas. De pronto se les apagó la luz a los funcionarios públicos (aparte de los frecuentes cortes de electricidad y la reducción y el sagrado incumplimiento del horario de trabajo) y el ya ineficiente Estado prácticamente dejó de llevar los asuntos públicos, incluso los más urgentes. Venezuela simplemente dejó de tener Estado (Chávez: El Estado soy yo). Cada quien que se las arregle. El "gobierno de calle" ha resultado un remedo muy malo de algo que ya era malo. No hay entonces que asombrarse que las soluciones no aparezcan, ni siquiera las más urgentes en temas como el sistema público de salud, las cárceles, la recolección y el manejo de la basura, la reparación y ampliación del sistema vial, el control de la delincuencia desbordada, etc., etc., menos aun en temas complejos como la recuperación de la economía y del poder adquisitivo del bolívar, el control de la inflación y el incremento de la producción y el empleo, fundamentos de la vida nacional, dejados por el suelo por el desaparecido gobernante.
¿Cómo procede ahora el gobierno que dejó Chávez? Improvisando, inventando cada día, "como venga le vamos dando". No hay plataforma firme, no hay direccionalidad, no hay la necesaria reflexión, análisis y planificación para hacer frente a los inmensos problemas que acogotan al venezolano de a pie. Si antes criticábamos al gobierno AD-Copei por las soluciones "a realazos", ¿Qué puede decirse ahora? Si hay desabastecimiento de productos elementales sale un Ministro afirmando que "con la ayuda de gobiernos amigos vamos a importar lo necesario" y luego el propio Maduro "tenemos los recursos, vamos a comprarle a Colombia 600 millones de dólares en alimentos". Gran cosota, así cualquiera gobierna; peor que antes porque ahora la corrupción se multiplicó y los dólares rinden menos. Lo difícil es construir país, reconstruir el sistema productivo destruido por las políticas públicas, revertir la cubanización de la economía y evitar la inmensa y peligrosa dependencia de todo y de todos de los ingresos petroleros. Difícil es recuperar a las empresas básicas y a la agroindustria, a tantas empresas cerradas o colapsadas, detener la corrupción galopante y la delincuencia, ordenar y mejorar el tráfico que nos cuesta millones de horas-hombre improductivas. Y en ese afán de sobrevivir, el gobierno improvisado e improvisador se dedica a arremeter contra el liderazgo de más de la mitad del país (cuidado y ya no es el 75%) y corre a rogarle a China le de otra manito. Abrirse a los intereses chinos en nuestras materias primas, como el petróleo y el oro, y la oportunidad de vendernos sus servicios para obras de infraestructura, constituyen la "jugada maestra" de este gobierno. Los chinos felices que un gobierno tercermundista, bueno para nada, de un país lleno de recursos naturales, acuda en busca de ayuda. Los chinos han sido en la historia de la humanidad los mejores negociantes y, muy posiblemente, nuestro improvisado gobierno es la mejor oportunidad de ganancias fáciles para el gigante asiático en estas dos décadas. Felicitaciones a China, condolencias a Venezuela, incluyendo nuestros hijos y nietos.
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