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RUBÉN DE MAYO | EL UNIVERSAL
Se equivocaban quienes con mala intención, aviesamente, la llamaban Linda Blair, por el personaje pavoroso y terrorífico que interpretara esta actriz, todavía niña para ese entonces, en la película: El exorcista, donde representaba a la mismísima encarnación del mal, poseída por un espíritu demoníaco.
Se intuía detrás del serio y austero rostro de Iris Varela, ministra del Poder Popular para el Servicio Penitenciario, un corazón generoso y sensible, expresión de esta revolución bolivariana, que tanto amor, paz, sosiego y bienestar ha regalado desinteresadamente a todos (recordemos que a nuestro Gigante, Hugo Chávez, se le asocia con un "corazón", el de la patria, y a menudo ha sido calificado como "redentor de los pobres"). Se intuía, decíamos, ese corazón sensible y filántropo, hecho en revolución, pero jamás nadie sospechó que ese corazón podía albergar tanto amor y compasión como el que nuestra Iris profesa hacia un particular espécimen social venezolano: el pran, líder de nuestras cárceles, que abnegadamente y con mucha mano dura se preocupa de establecer el orden y la disciplina en la prisión.
Todos pudimos observar la consideración y el buen trato dado a uno de ellos, hablamos del "Mocho Edwin", uno de los pranes de la cárcel de Sabaneta (Maracaibo), quien en nombre de la justicia asesinó con crueldad extrema a quienes inexplicablemente osaban disputarle el señorío y el poder en dicha prisión.
El "Mocho Edwin", con sus justicieros seguidores, mutiló y descuartizó a sus rivales. En total hubo unos 16 muertos en la batalla por hacerse del control y el dominio del penal, a falta de autoridades gubernamentales legítimas que pudiesen imponer la paz y el orden. Antes de la mencionada masacre, el "Mocho Edwin" ya era un personaje conocido para Iris y todo el país, no solamente por la trascendencia de su trabajo social en pro de toda la población reclusa de Sabaneta (a nuestra Iris le disgusta sobremanera hacer uso de los vocablos infamantes: recluso o preso, tal cosa podría zaherir los sentimientos a flor de piel de los pranes; ella prefiere utilizar la eufemística expresión: "privados de libertad"), sino por un conocido video de un grupo puertorriqueño de reggaetón, Kris y Yowi, Los Catedrátikos, que delataba con detalle la presencia de abundantes panelas de droga, lujoso licor y armas de gran calibre en el feudo del "Mocho Edwin". El video fue todo un escándalo, y suponemos que Iris observó el video musical con complacencia, preocupada porque los "privados de libertad" pudiesen divertirse y disfrutar un rato, "ellos también tienen derecho", pensaría.
Esta devoción de Iris por sus "privados de libertad", en especial por los pranes, se vio recompensada en la matanza de Sabaneta por un hermoso, delicado y amoroso gesto del "Mocho Edwin", cual fue sacarle el corazón a uno de sus rivales a punta de cuchillazos. Así como lo leen, el corazón, símbolo del amor universal y de Chávez, el Comandante Eterno, ese Gigante que en vida regalara tantas cosas, dadivoso como era él con todos, le fue extraído brutalmente del pecho a uno de los rivales del "Mocho Edwin", seguramente como ofrenda a esa mujer, Iris, que tan bondadosamente se ha portado con todos los pranes de nuestro sistema penitenciario, haciéndolos sentir como si estuvieran en la calle, libres, pero con la seguridad e impunidad que ofrecen nuestras cárceles para el hombre ambicioso y emprendedor que busca progresar materialmente en la vida.
En recientes declaraciones, Iris confesó, con modestia y mucha humildad, que la actual situación carcelaria no era responsabilidad del gobierno y culpó a todos los gobiernos que estuvieron antes de Chávez. ¡Y no tiene razón Iris! Ciertamente existía La Rotunda, en tiempos de Gómez; Guasina, con Pérez Jiménez; el Retén de Catia y demás prisiones abyectas con los adecos y copeyanos, pero nunca, Iris, se había visto algo así, con tanto descaro, y tú y el gobierno son los responsables, así que no seas tan modesta, que tanta humildad suena a prepotencia.
El "Mocho Edwin" salió de la prisión de Sabaneta (recomiendo a la buena de Iris no usar palabras como prisión, cárcel, penal o penitenciaría, son palabras muy rústicas y fuertes para el alma sensible y aterciopelada de los pranes. Sugiero: parques o santuarios de enriquecimiento, esparcimiento, negocio, etc.), después del detallazo del corazón que tanto conmoviera a Iris, bien escoltado y en una cómoda camioneta blindada para brindarle seguridad y protección.
La corte de los santos malandros: Ismael, El Ratón, Elizabeth, Tomasito y Jhony conforman el altar de los pranes; pero se nota y se siente vacío, una nueva deidad reclama su sitio: la benefactora y protectora de los pranes. Una vela habrá que prenderle.
@rubdariote