Dejaría en posición muy difícil el intento de volver a acusar de fraude el evento electoral
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
Hemos comentado varias veces que la división de fuerzas políticas está muy equilibrada y que no son ciertas ni las tesis chavistas que indican que la oposición está devaluada, ni las consignas opositoras que plantean que a Maduro no lo quiere ni su mamá. El país mostró en abril que, electoralmente hablando, las dos fuerzas son similares. Los números recientes no muestran nada muy distinto, excepto que ambos grupos políticos enfrían su relación con la gente, de manera más o menos pareja, algo que seguramente cambiará en el clímax de la campaña local, convertida en plebiscito simbólico.
Pero como hemos hablado muchas veces de lo importante de este plebiscito para la oposición y lo que ésta ganaría en términos de articulación, consolidación de su liderazgo e impacto perceptual negativo sobre Maduro, es hora de que analicemos qué pasaría si el chavismo logra poner la balanza final a su favor y gana las elecciones en alcaldes y votos.
Ya brincaron mis amigos, se engrinchó mi esposa y el Twitter se pondrá caliente con los radicales desatados preguntando las razones oscuras por las que estoy planteando semejante barbaridad.
Qué pena con ustedes, pero un analista insesgado estudia lo que pasa o puede pasar en el entorno, no lo que quiere que pase y no hay absolutamente ninguna duda de que con un país prácticamente empatado, el chavismo podría ganar con tanta probabilidad como podría hacerlo la oposición y hay que estar preparados para ambos eventos.
¿Y si eso pasa, qué?
Que el impacto de esa derrota sería muy negativo para la oposición. Considerando que debido a su distribución geográfica el chavismo, aun si perdiera en número de votos, es un favorito a ganar la mayoría de los alcaldes, ganando el plebiscito haría caída y mesa limpia, quedándose con todo. La noche de la elección, Maduro mostrará los gráficos del triunfo numérico en los dos aspectos centrales, se adueñará del plebiscito y dirá que representa el respaldo del pueblo a su favor. Le serviría también para decir que la oposición le mintió al pueblo cuando acusó de fraude lo que ahora se "verificaría" como una mayoría chavista y debilitaría los argumentos de deslegitimación que han usado en su contra. Pero además dejaría en posición muy difícil el intento de volver a acusar de fraude el evento electoral, toda vez que la oposición ha hecho un esfuerzo relevante para explicar a su gente que ahora será difícil que la trampeen, pues ella estará encima del proceso y con testigos en todas las mesas. Es algo, por cierto, que la oposición tiene que hacer para garantizar la participación masiva, que puede definir la diferencia entre ganar y perder, pero que jugará en su contra para volver a justificar una derrota con este argumento del fraude, incluso si fuera cierto.
Maduro estaría legitimado, fortalecido y aumentaría su control interno en el chavismo. Su popularidad crecería poselectoralmente, un fenómeno usual en nuestra historia, que no ocurrió en su elección pasada debido a la pérdida de soporte que tuvo frente a la elección de Chávez y al crecimiento vertiginoso de su adversario en ese proceso electoral. Sin esos factores en contra, su popularidad crecerá si gana, frente a un proceso perceptual negativo en el grupo opositor. El liderazgo de Capriles se debilitaría internamente y los líderes alternativos, que cazan Güiro en la bajadita, no van a pelar ese boche, con lo cual la unidad y articulación opositora, a veces pegada con chicle, se estremecerá y los monstruos estarán desatados.
Esto no es el final de nada ni hay que ponerse dramáticos. Los procesos políticos son dinámicos y el futuro seguirá ahí. Pero definitivamente, para la oposición, perder no debería ser una opción.
@luisvicenteleon Luisvleon@gmail.com