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sábado, 4 de enero de 2014

¿Dónde está el corazón de Maduro?. Por Fausto Masó


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Fausto Masó / El Nacional

Cuenta la leyenda que después de infligirle tormentos atroces a su víctima el inquisidor la abraza para que sufra la peor tortura, la de la esperanza, para sugerirle que confíe en su piedad. Así ha ocurrido con Simonovis durante largas semanas, incluso ahora mismo cuando Maduro rechaza liberarlo, deja una puerta entreabierta a la posibilidad de que el Poder Judicial, ¿¡independiente!? decrete su libertad; es decir que en un futuro ordene a los jueces dictar una medida humanitaria, cuando han pasado largos meses sin que la orden saliera de Miraflores. Esta burla define al gobierno.

No se trata de la falta de corazón de Maduro, sino de su desprecio por una oposición a la que le niega la condición de venezolana. Su apuesta es que la oposición no responderá al desprecio con el desprecio, prefiere atemorizarla, sobornarla, corromperla.

El gobierno tolerará coordinar un plan de recogida de basura con los alcaldes, pero sueña con ser un PRI, imitar a Strossner, a Cuba, quedarse en el poder aunque Maduro no le cierra a los suyos reemplazarlo en Miraflores, no habla de su reelección eterna. Por un momento algunos sectores oficiales imaginaron una salida humanitaria para Simonovis, pero se impusieron los radicales. Este proceso mostró que el oficialismo no está cohesionado, razón por la cual los militares aumentan su poder. Chávez en cambio mandaba con mano de hierro a sus seguidores y al ejército.

La polarización no es un extravío que se superará con buena voluntad de parte y parte, sino un elemento esencial de una ideología. Si el gobierno proclamara el cese del enfrentamiento de clases, decretaría su sentencia de muerte. El gobierno no teme a la justicia divina, supone que otro dios, el de la historia, está de su lado.

Desengáñense la oposición, no enfrenta a adecos y copeyanos, gobernantes que respetaban los valores burgueses, los valores humanitarios, y perdonaba a guerrilleros, liberaba secuestradores, sino a un grupo político donde prevalecen los que asumen un discurso revolucionario.

¿Reconocerá la oposición las lecciones del caso Simonovis y del 8-D? En estas elecciones el chavismo sacó a última hora el Dakazo, la carta de siempre de la manga, la radicalización, el discurso de pobres contra ricos, el mismo de las misiones y del plan viviendas, y que le sirvió para recuperar un voto chavista que había perdido en noviembre.

¿Dónde está el corazón de Maduro? La respuesta es simple: donde está su ideología. Este gobierno no es el de los presidentes civiles. Hay otra lección para la oposición: la crisis económica por sí sola, ni siquiera una caída del precio del petróleo, garantiza el final del régimen. Mayor razón para conservar la unidad y aprovechar cualquier ventana política que surja, participar en elecciones tramposas donde el CNE es un partido político, confiando en lo que no falla: la combinación de testigos de mesa y del conteo automatizado en las mesas.

El caso Simonovis anuncia lo que nos espera. No hay cuartel, solo falsas esperanzas para que el preso, es decir la oposición, sufra la peor tortura, la de la esperanza. El gobierno considera una debilidad mostrar humanidad con Simonovis, solo si se sintiera acorralado cedería. No es el caso ahora, pero démosle tiempo al tiempo, mañana es otro día, 2014 no es 2013, con tal eso sí que se devuelva el desprecio con desprecio… y se sepa actuar consecuentemente.



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