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miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Vamos hacia algún lado?. Por Daniel Asuaje


DANIEL ASUAJE | EL UNIVERSAL

Esta pregunta, lo mismo que ¿hay una salida? ¿Cuándo y cómo termina esto? ¿Qué hará el gobierno y qué la oposición? Son preguntas frecuentes oídas entre mis amigos, familiares y conocidos. Aunque no tenemos las claves del despeje total de esas interrogantes, algunas cosas podemos asomar. Para ello, pasemos revista a lo que sabemos y a lo vislumbrado como sucesos de segura ocurrencia.

En primer lugar, el gobierno no variará voluntariamente sus políticas. Ellos piensan que los males actuales se deben a dos causas principales. En primer lugar, a la aplicación incompleta de los controles ideados y a la necesidad de más de ellos. Por esta razón el gobierno seguirá con su receta de expropiaciones, controles, sistema cambiario múltiple, concentración de las importaciones, otorgamiento a cuentagotas de las divisas. En otras palabras, seguirá aplicando lo que para analistas y gran parte del país es la causa de los malos que padecemos. En segundo lugar, para el gobierno, la crisis se debe a una oposición obstruccionista, desobediente, agitadora del pueblo y autora de sabotajes de distinto tipo. Es decir, si las políticas fallan, no es porque sean malas, inadecuadas y perniciosas, es debido a factores interesados en su fallo para lesionar al pueblo y anteponerlo al bueno del gobierno.

Lo otro que sabemos es que en lo político, continuará la confrontación, seguirá la persecución y encarcelamiento de opositores. En lo social persistirá la conflictividad ya observada, sólo que ahora las colas se están caldeando demasiado y se tornan un foco de explosión espontánea, imprevisible y no gobernadas por nadie, a pesar de las imputaciones del gobierno señalándolas como planificadas y dirigidas por agentes opositores. Comunicacionalmente el gobierno persistirá hablando de la guerra económica, de conspiraciones de la derecha, ahora denominada "maltrecha", de agresiones imperiales y prometiendo un paraíso situado en un futuro feliz que nunca llega. Persistirá el clima de crispación y zozobra emocional de los venezolanos. Lenguaje y realidad irán por caminos separados.

Iguales causas, iguales consecuencias, reza el aforismo explicativo. Ello se traduce en la continuación de desequilibrios económicos, en mayor desabastecimiento, inflación, empobrecimiento y tensión política y social. Pero además es profundización, por efecto de la reducción de los ingresos por divisas a poco menos de la mitad. Lo estable es el deterioro de la situación social, política y económica, así como del crédito político y financiero internacional del gobierno. Sin duda que el autoritarismo ideológico además de terco, es sordo y ciego a los hechos. "Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca".

La variante política más importante con respecto al pasado inmediato, son las elecciones parlamentarias. En este contexto, la primera señal recibida fue la tardanza en notificar la fecha para la realización de los comicios. La segunda señal fue la profundización de las inhabilitaciones, solo importa a quién se inhabilitaba, no el motivo. La más reciente ha sido la intervención descarada en los asuntos internos de Copei, mediante una sentencia del TSJ, fungiendo como órgano de ejecución jurídica de los intereses del régimen. Pesa sobre el ambiente si finalmente se realizarán o no las elecciones, especialmente cuando es de todos conocidos que "revolución sólo hace elecciones si las va a ganar". El gobierno juega con esta incertidumbre y llena de zozobra a mucha gente a quien la indefinición los perturba emocionalmente. Hay razones para creer en su realización y otras para creer que no, pero es del tipo de cosas ante las cuales lo único por hacer, para los analistas, es esperar el desarrollo de los acontecimientos.

Sobre estos datos podemos elucubrar todos los escenarios posibles que queramos: realización o suspensión de elecciones, aumento o reducción de la tensión social y política, cesación o no de pagos internacionales, recuperación o no de la economía. Lo verosímil es la disminución del capital político del presidente Maduro y mueve a conjeturar sobre la lealtad a su mandato de los factores de poder. A este respecto quizá sea bueno recordar las palabras de Luis Herrera Campins: "los militares son leales, hasta que dejan de serlo". El gobierno desoye a quienes les previenen sobre la inexistencia de lealtades o respaldos eternos. C. A. Pérez lo vivió en carne propia.

Como vemos, son pocas las cosas que realmente sabemos y muchas las que nuestra ansiedad nos hace conjeturar. Lo único cierto parece ser el deterioro, lo incierto la resolución del proceso. La Venezuela de hoy parece un globo suprainflado. De seguir llenándolo de aire seguro explotará, pero no sabemos por dónde ni cuándo. Recuerda esto un tanto a Cantinflas cuando dijo: "Puede ser que sí o puede ser que no, pero lo más seguro es que quién sabe".

dh.asuaje@gmail.com @signosysenales


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