Ahora hacen secuestros múltiples, metiendo diferentes secuestrados en el mismo carro...
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
Ahí estaba yo, en plena colota, con la radio prendida en una de esas estaciones que todavía se resisten al joropo mezclado con loas a la revolución. Daban y comentaban noticias, como antes. Reportaban el número de muertos del fin de semana. Bueno, era un número estimado por los periodistas de la fuente, quienes tienen una especie de contador portátil, doble dígito, en la puerta de la morgue, porque las estadísticas oficiales hace años que no se publican, bajo la tesis de que si no se reportan oficialmente los homicidios, estos no ocurrieron. Algo parecido a la desaparición de las estadísticas del BCV, que no publicarlas creen que resulta más eficiente que la política económica para aniquilar la inflación, la depresión, la escasez y la desinversión.
Luego vino el tema de los secuestros. Dar una cifra ahí es más atrevido, puesto que las denuncias son mínimas ya que las víctimas prefieren no hacerlo, con el argumento racional de que no está claro si el funcionario receptor es precisamente una de esas voces que daban instrucciones remotas en la radio con la que se comunicaban los secuestradores, mientras tú vas tirado en el suelo, con los pies de un malandro en tu espalda para que no te muevas mientras pasan una de esas alcabalas móviles, que cumplen una función tan efectiva como la propaganda oficial que invita a no comprar productos para almacenar en casa, mientras el Gobierno indica que no le dará más divisas a esos "oligarcas imperialistas" que son los únicos que las producen o importan.
Por cierto, me enteré que ahora se están haciendo secuestros múltiples, que consisten en meter diferentes secuestrados en el mismo carro. Me luce que están inspirados en el Facebook, porque ahora tienes la oportunidad de encontrarte con un viejo amigo del colegio que no veías desde la graduación, y ahí, en susurro, le lanzas el típico: " ¿qué más pana, cómo está la vaina? Tiempo sin verte".
El programa derivó al área económica, analizando las nuevas medidas, que no han pasado de enunciados generales de intervencionismo y control. Interesante, toda vez que es ese intervencionismo la causa de las distorsiones que ahora pretenden tapar con más controles y que tendrán que maquillar después con más y más y más, hasta que explote.
No les han pagado la deuda a las empresas de alimentos para reponer las divisas usadas para importar mercancías que ya fueron vendidas con precios regulados y más auditadas que crupier de casino. Las líneas aéreas, a quienes el Gobierno adeuda millardos de dólares, están suspendiendo la venta de boletos y cancelando rutas cada semana. La conductora del programa, en este punto, entró en crisis preguntándose horrorizada: "y ahora qué voy a hacer con mi suegra que le tocan sus seis meses donde mi cuñado en Miami, después que me la calé ese mismo tiempo en mi casa".
El programa empezaba a abordar temas calientes como la crisis de medicamentos, el colapso de las viviendas para alquiler, el deterioro de los centros comerciales, la suspensión de operaciones de cadenas de tiendas por ausencia de mercancía y política cambiaria para reponerla, cuando sonó mi celular. Era una cliente que me informaba que su jefe de Chicago venía de improvisto. "Necesito que lo calmes para que no me cierren la oficina" dijo con voz desesperada. Y yo, en la cola, con el aire dañado porque no hay repuestos, viendo un motorizado pegándole en el vidrio al señor de al lado para que le pasara el reloj por una rendijita, cual cajero automático, colgué el celular (total, ahora se cae a cada rato por temas de desinversión) apagué la radio y puse un CD viejo con esa canción premonitoria que dice: "Esto es lo que hay. Esto es lo que hay."
Luisvicenteleon@gmail.com
@luisvicenteleon
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