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miércoles, 9 de abril de 2014

El hampa y su gatillo revolucionario... Por Alexander Cambero


ALEXANDER CAMBERO | EL UNIVERSAL

Estamos en el reino de la impunidad. El hampón vive a sus anchas mientras los honestos están acorralados por la violencia. Es difícil derrotar esta espiral asfixiante, desde las altas esferas se protege a estos delincuentes porque sostienen que ellos son guardianes de la revolución. Son increíbles los casos que son obviados por los jueces complacientes en desmedro de una sociedad estupefacta. Una cruel realidad que ha convertido a Venezuela en la nación más violenta del hemisferio occidental. Las cifras preliminares de los primeros meses del año arrojan datos tan espeluznantes que tendríamos como horizonte al propio matadero. Degollina que nos deja con hondas heridas en una colectividad volátil, que jamás guarda momentos de tranquilidad ya que a cada segundo aparece el sobresalto, se construye futuro sobre la base de una realidad enmarañada. Caldo de cultivo para escribir episodios decadentes de una nación que sufre retortijones en su intestino social. Aprendemos del mal ejemplo y por lógica no podemos sacar nada bueno de ello.

Existe un cordón umbilical entre la inseguridad y la violencia. Son como el maridaje perfecto de un coctel a base de arsénico. Nuestro país toma del mezclado con resultados funestos para una patria huérfana de un eficiente sistema judicial. Sin la adecuada preparación y autonomía necesaria para ejercer con pulcritud la administración de justicia. Responden exclusivamente a los arrebatos del proceso y no a las bondades del derecho como esqueleto en donde se sostiene el músculo de una nación. Cuando es la ideología la que juzga se cometen desafueros que terminan pervirtiendo las decisiones. El descoque gubernamental deja que la balanza se incline de manera evidente hacia algún ángulo del problema.

En este mundo de trapisondas color de mi sangre existen aquellos cubiertos bajo el manto de la impunidad. El gatillo revolucionario no tiene frontera que lo limite. Puede accionar el arma y hasta asesinar a quemarropa al que se le antoje. Sabe que su gobierno logrará librarlo de cualquier investigación, por eso no tiene escrúpulos ya que sus venas están cargadas del odio profundo que una ideología malévola anidó en su corazón. Quizás desarraigar este sentimiento sea la más dura prueba para restañar la profunda herida de la patria, el recelo con lo cual se percibe al adversario es apenas una primera etapa de profundas ideas retorcidas que alimentan la maldad. Dejar que la impunidad tenga el control es algo que jamás dará un resultado acorde con la civilidad. Por eso les cuesta reencontrar el camino que conduce a la paz. Para desmontar las intenciones de aniquilar, primero debemos desarmar al corazón arrebatado. Esta debe ser la tarea de todo aquel que crea en la unidad real de los venezolanos...

alexandercambero@hotmail.com

@alecambero



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