El más probable: el que mezcla el control político total del Gobierno con el modelo corporativista
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
Hay dos grandes incertidumbres críticas. La primera: ¿logrará el Gobierno surfear la crisis política y controlarla a su favor, aprovechando la coyuntura para incrementar su concentración de poder y reducir los espacios a una oposición que sale debilitada o por el contrario la semilla sembrada por las protestas germinará e incorporará a las masas populares, haciendo la situación masiva y peligrosa para el régimen? La segunda incertidumbre se refiere al modelo económico que el Ejecutivo adoptará. Aquí las dos posibilidades parecen resumirse en el extremo comunista o en el corporativista. El extremo comunista indicaría que el Gobierno avanza sin límite hasta lograr un control total de los factores productivos, desplazando al sector privado, que queda reducido a actividades insignificantes. La otra alternativa sería que el régimen mantiene una participación mixta pública y privada, en la que los empresarios pueden subsistir, pero cercados por el Estado. El sector privado puede ser económicamente rentable, pero su función se resume a ser un outsourcing del plan de la patria. En este modelo corporativista, el entorno económico requiere condiciones mínimas de racionalidad económica para que las empresas puedan producir eficientemente.
El cruce de estas dos incertidumbres dibujan cuatro escenarios. El primero (y en mi opinión el más probable) es el que mezcla el control político total del Gobierno con el modelo corporativista, en un esquema macroeconómico más flexible que el actual. En este escenario la concentración de poder político es total. El régimen aprovecha la fractura de la oposición y la participación de los grupos más radicales para acusarla de golpismo y justificar su avance en el control de medios, militarización del poder, control institucional y amenaza a la disidencia. Pero la válvula de escape que utiliza para reducir la presión en el país es la flexibilización del entorno económico. Aquí vemos la utilización intensa del Sicad 2 para oxigenar el mercado y devaluar implícitamente, con sus consecuencias de ajuste en la reducción del déficit fiscal y la esterilización de liquidez excedente. Vemos la negociación de incrementos de precios de bienes esenciales para destrancar los problemas de oferta y contrabando de extracción, aparezcan o no en gaceta. Se flexibilizan los mecanismos para ajuste laboral por calificaciones de despidos justificados y finalmente se concreta el proyecto de sinceración del precio de la gasolina, con lo que se presenta un modelo maquillado de ajuste estructural clásico, que era impensable apenas hace unos meses.
El segundo escenario, importante de considerar, es el que mezcla el mismo corporativismo con un escenario político convulsionado, que calienta aún más al país e impide que el Gobierno acentúe su poder. Aunque las medidas económicas mejoran, el ambiente de conflicto limita la acción de las empresas e impide la recuperación de la estabilidad y la inversión.
El tercer escenario es el más temido. El control político total con una toma estatal de los factores de producción. Es un escenario que hemos llamado: "bienvenidos a La Habana". Y finalmente el último escenario se construye con la toma comunista de la economía, pero en el medio de una fuerte conflictividad social que se revela contra el cambio y lo hace inestable e insostenible.
El escenario base de nuestras proyecciones es el primero, con probabilidades significativas también para el segundo. El tercer y cuarto escenario resultan menos probables y más difíciles de estabilizar, pero no podemos descartar ninguno, porque todos los escenarios están vivos en un país donde la palabra clave es: incertidumbre.
luisvleon@gmail.com
@luisvicenteleon
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