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viernes, 25 de julio de 2014

Maduro, la tendencia es irreversible. Por José Mayora


JOSÉ MAYORA | EL UNIVERSAL

El pasado domingo se celebraron comicios al interior del PSUV, partido joven en edad, no tan joven en su composición, muy tradicional en sus métodos y tristemente huérfano a temprana edad.

Este bisoño partido de gobierno, como cualquier partido de masas, realiza elecciones internas. Con ocasión de un congreso ideológico, hubo de realizar comicios para escoger representantes al evento. Estas elecciones revestían una gran importancia para el país. Si bien las autoridades que se elegían eran de competencia interna, la corriente que triunfara pudiera ser la diferencia entre varias tasas de cambio o un cambio único.

Estas elecciones son inéditas pues casi que se celebraron en el anonimato o en la clandestinidad. De acuerdo con Diosdado Cabello, votaron 7,3 millones de militantes, cifra altamente significativa si tomamos en cuenta que Venezuela tiene alrededor de 28 millones de habitantes, es decir el 25% de ellos fue a votar en la pasada contienda, sin que el resto de los venezolanos nos diéramos cuenta de tamaña movilización.

¿Por qué no nos percatamos de esta marea roja acudiendo a las urnas a ejercer su fervor revolucionario? Explicaciones hay muchas, desde la más inverosímil, que los revolucionarios votaron por Internet, hasta la pérdida del apetito revolucionario o la más creíble de las versiones, es decir que le aplicaron un coeficiente de expansión a la muestra.

Posteriormente, Elías Jaua dio una declaración en la cual hacía un ajuste de las cifras de Cabello ubicando en 1,6 millones los votantes revolucionarios.

La versión Jaua resulta más convincente y para decirlo en palabras de la siempre recordada y nunca bien ponderada Tibisay, la tendencia es irreversible. El fervor chavista viene mermando pues quien mantenía esa luz encendida ya dejó los mortales espacios del CNE y el líder entronizado no entusiasma ni con la chequera en la mano.

El chavismo marcó un hito que hizo creer que con ellos Venezuela era otra. El recuerdo vivo de la cuarta república encendía el verbo del comandante eterno en contra de un enemigo que a medida que pasa el tiempo se pone borroso, porque cada día la gente se acuerda menos de ellos. La gesta chavista viene incubando su propio pasado, y eso es una pesadilla que se hace presente sin necesidad de irse a dormir, pues también para ellos Venezuela es otra.

Cada día es más difícil achacarle a los adecos, a los copeyanos o al imperio, la culpa de los errores. Lo más inverosímil es que cada día es más difícil encontrar dentro de las filas del oficialismo, alguien a quien achacarle la culpa de lo que ocurre pues en estricto sentido, nunca antes tantas personas juntas eran responsables del fracaso de un país y ninguno quiere reconocerlo.

Cuando hablamos de tendencia irreversible, nos referimos al paulatino proceso de deterioro que está sufriendo el proyecto revolucionario chavista, el cual, ni el mismo Chávez lo hubiese detenido; nos referimos también a las pérdidas materiales y espirituales que han sido promovidas por el proyecto revolucionario y que ya no se pueden enderezar cosa que sus poderosos dirigentes saben de sobra; estamos hablando de la fuga de talentos, bien se trate de profesionales recién graduados o profesionales de trayectoria profesional aquilatada.

Definitivamente, en manos de los actuales gobernantes, las tendencias antes mencionadas y muchas más, tan perniciosas como esas, que no cabrían en 3.500 caracteres, tienen el carácter de irreversibles.

Mayora.j@gmail.com



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