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miércoles, 22 de octubre de 2014

Déjeme después del semáforo. Por Elides Rojas


ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL

En días pasados, luego de dos meses tratando de resolver un problema mecánico del carro porque repuestos no hay. Llegó el día final: estaba listo y había que buscarlo al taller. Pasamos un tiempo alternando entre otro carro familiar y los sistemas de transporte público, realmente lamentables. Ni metro ni camioneticas ni buses son una opción. Los taxis son lo más adecuado en términos de movilización, comodidad y relativa rapidez si se toma en cuenta que en Caracas nada es rápido, pero ciertas condiciones aplican. Veamos.

Los conductores de taxis saben más de economía que Merentes. Ajustan los precios por carrera al menos una vez cada semana. Saben de inflación, de falta de repuestos, de inseguridad y hasta de sicología. Cuando llueve no hay manera de que usted encuentre algún taxi disponible. Hay zonas de Caracas en las que no van en el día por el tráfico y en la noche por los malandros. No hay muchos vehículos decentes trabajando en la capital. La mayoría son unos peroles que tienen desde las sillas rotas hasta las puertas descuadradas. Hay mucho pirata. Eso se traduce en desempleados invisibles para los números del BCV o del INE. Todos al momento de cuadrar el precio del servicio alegan que las cosas están muy caras y eso se entiende. Es la verdad. Todo está endemoniadamente caro.

Hay otra cosa en común. Prácticamente a todos los taxistas que conoces de manera aleatoria han sido objeto de asaltos, secuestros y robos de vehículos. Muchos son arquitectos, profesores o abogados sin chance de trabajar en sus áreas ni posibilidad alguna de que esto mejore a futuro así que "taxeo mientras tanto y no sé por cuánto tiempo". Otro elemento clave es que en medio de tantas calamidades no encontrará un chavista manejando taxi con la misma facilidad con que lo hacía hace algunos años. O meses. Todos dicen más o menos esto: "nunca he votado por estos militares comunistas o, yo sí voté por Chávez un montón de veces, pero las cosas han cambiado. Chávez ya no está y no hay sustituto. Esto no lo aguanta nadie. Todo el día buscando unos reales para mantener a la familia y mañana le tocará a mi mujer pasar todo el día de mercado en mercado para buscar la comida. A eso se reduce nuestra vida durante los últimos tiempos. En la noche escondidos. En el barrio atracan sin contemplación de ningún tipo. Y no hay futuro. Por eso no votaré más por este entuerto. Y eso no garantiza que esto cambie. La destrucción es profunda y para largo.

Ese es más o menos el discurso y así transcurre la conversación hasta que finalmente, entre motorizados enloquecidos, mendigos y payasos en cada esquina, buses y camioneticas haciendo lo que les venga en gana y ese tráfico de zona de guerra que caracteriza a Caracas, usted llega a su destino.

Pero, no crea. La cosa se pone divertida cuando alguna vez, así como por sorpresa, le toca un taxista chavista. Usted se dará cuenta porque pasada la primera cuadra no le ha soltado una maldición al alcalde o al gobierno por los huecos. El otro punto clave es que siempre intentará cobrar mucho más que el promedio para sacarle más plata al escuálido que se monta en su taxi. Y, sin falla, en lo que usted toque puntos como inflación, desempleo, falta de dólares, escasez, inseguridad y desabastecimiento general; le contestarán más o menos igual que si estuviera escuchando a Maduro o a Cabello en VTV; guerra económica, sabotaje de los empresarios, ataque del imperio, la cuarta república o que para qué necesito yo dólares si yo no viajo. Eso es para los escuálidos.

En este punto ni trate de preguntarle al conductor cómo hace para vivir manejando este cacharro que viene de la época de Luis Herrera y que seguramente tendrá que aguantarle unos 10 años más. Al menos hasta que los próceres de la revolución logren fabricar algún perol con motor chino y asientos rusos que le permita seguir amando a Fidel en medio de tanta ruina. Y, a sabiendas, de que está viviendo de los bolívares de quienes todavía pueden pagar un taxi.

Es parte de la Venezuela del Siglo XXI que entra en la era dorada de la revolución con el petróleo buscando pista entre 70 y 80 dólares.

Déjeme después del semáforo, por favor.

erojas@eluniversal.com / Twitter: @ejrl


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