Carolina Jaimes Branger / Runrunes
El jueves 29 de junio, la Policía Nacional Bolivariana, detuvo a varios muchachos estudiantes de la Universidad Simón Bolívar que estaban protestando en El Rosal. Los esposaron y los arrodillaron. Luego los metieron en un camión cava, lanzaron bombas lacrimógenas adentro y trancaron con candado.
¿En qué país vivimos? ¿En manos de qué clase de monstruos está el orden público? Porque no sólo se trata de que tenemos derecho a protestar y que ese derecho se nos viola constante y consistentemente. Es que las detenciones son las más flagrantes transgresiones de todas nuestras leyes, códigos, tratados internacionales y la mismísima Constitución.
Quienes hoy nos gobiernan llegaron al poder con la bandera de acabar con las desigualdades. Prometieron que no habría más torturas “como había en la Cuarta”. Muchos menos asesinados en organismos de seguridad del Estado o por funcionarios de esos organismos, en cualquier otra parte. Redactaron una Constitución que consagra más de cien derechos y unos pocos deberes, tal vez como una forma de resarcir tales desproporciones. Usaron el estamento militar como uno de los pilares fundamentales de la “revolución”, donde los postulados de Norberto Ceresole se cumplieron a cabalidad: caudillo-ejército-pueblo. Algo así como que la fuerza armada era la membrana permeable a través de la cual se comunicaba el caudillo con su pueblo y el pueblo con su caudillo. Todavía hoy, cuando todas sus costuras están a la vista, hablan de que son “pacíficos” y de que no quieren otra cosa que “la paz”. Menos mal que no quieren guerra. No puedo imaginarme las cosas que harían, a la vista de todo lo que han hecho en estos tiempos de “paz”. Encima de todo, nunca ha habido tantos militares en el gobierno como los hay hoy. ¿Compra de lealtades?…
La humillación de poner a unos jóvenes de rodillas delante del cuerpo uniformado y luego encerrarlos como animales en una cava cerrada y encima gasearlos, emula los episodios del fascismo en el mundo. El tan vituperado fascismo ha sido el modelo de quienes denuestan de él. Sin ir muy lejos, es el modus operandi de los americanos con los prisioneros en la Base Naval de Guantánamo. ¿Para eso sí son buenos los gringos, para copiarse el pésimo ejemplo de cómo quebrar la voluntad de los presos? Encima, los presos de Guantánamo son sospechosos de terrorismo. Fueron llevados allí en 2001, después del atentado a las Torres Gemelas. Y a pesar de ser sospechosos de terrorismo –o terroristas confirmados- Amnistía Internacional, la Cruz Roja y otras instituciones similares vigilan de cerca y protestan la detención y el confinamiento de esos reos.
Los muchachos de aquí protestan con la pasión propia de la juventud. Se defienden de la desmedida represión con piedras o devolviendo las bombas lacrimógenas. No se corresponde de ninguna manera la violenta reacción de la GN y la PNB al perseguirlos y detenerlos. En noviembre del año pasado fue condenado un “mosso d´esquadra” (policía) en Barcelona, España, por haber abofeteado a un detenido que estaba esposado y de rodillas contra la pared porque lloraba desconsolado. La Audiencia de Barcelona consideró que el detenido había sido humillado y el agente fue condenado a seis meses de cárcel y dos años de inhabilitación. Aquí, en cambio, les pagan por reprimir y encima, los condecoran.
Sé que quejarme es inútil. Pero el expediente crece. Los veremos en La Haya.
@cjaimesb
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