Marta Colomina / El Nacional
Este gobierno gasta más en propaganda que en solucionar los problemas del país. Juega a que el pueblo trague las mentiras de su hegemonía comunicacional y los silencios de la censura en los medios privados que ocultan los acuciantes problemas de la escasez de todo lo necesario para una vida digna. Niega la alta inflación que ha depreciado el salario mínimo hasta límites de indigencia, y con el billete de máxima denominación del bolívar fuerte (100 bolívares) ya no se compra ni un dólar en el mercado negro. Maduro piensa que estando también mudo ante la enorme corrupción oficial, el pueblo no se entera de atrocidades tales como las obscenas “colitas” con los aviones de Pdvsa; las empresas de “maletín” que dejaron exhaustas las reservas internacionales y el despilfarro en viajes del séquito “presidencial” que malgasta las escasas divisas que deberían utilizarse para adquirir alimentos, medicinas y otros productos de primera necesidad.
Mientras a opositores como Leopoldo López, Ceballos y Scarano se les inventan delitos no cometidos y permanecen presos y hasta torturados, Elías Jaua se larga en viaje no oficial a Brasil en un avión de la estatal Pdvsa, con suegra y niñera con el revólver de su jefe en la maleta (fue “imputada por tráfico internacional de armas”), sin que hasta ahora Maduro haya hablado sobre tan grave incidente, ni sobre la destitución, cual “condón desechado” (Chávez dixit), del embajador en Brasil, almirante Diego Molero. El descarado Jaua se cansó de criticar a Capriles por un corto viaje a España en línea comercial y pagado con su dinero personal. Jaua en Brasil firmó acuerdos inconsultos con el Movimiento sin Tierra, en abierta injerencia en sus asuntos internos y violación de las normas diplomáticas (que debió aprender cuando fue canciller), tal como reclamase con enorme malestar el ministro de Exteriores brasileño. El PSUV, partido fundado por quien amenazó en 1988 con freír en aceite las cabezas de los corruptos, no quiere investigar las colitas de Pdvsa. Colitas que entonces calificase Chávez como “inmorales” y “práctica de jerarcas que viajaban por el mundo malbaratando el dinero de todos, mientras el país se hundía en la miseria y el hambre”. Maduro se inició tomando la bandera contra la corrupción hasta que conoció informes sobre las empresas de maletín y sus milmillonarios desfalcos en dólares. Lo dijo claro Transparencia Internacional: “Las empresas de maletín o incursas en delitos cambiarios no solo tuvieron garantizados los dólares, sino también la protección”. Ecoanalítica encontró sobrefacturación en las “compras” al exterior de más de 40%, sin contar los contenedores vacíos o con chatarra “valorada” como alta tecnología.
El culto que rinde Maduro a los militares pasa por permitir sus abusos y por los constantes aumentos salariales. El último es de 45% para los uniformados y apenas 15% para el salario mínimo, equivalentes a 21 bolívares diarios, es decir, a “medio litro de jugo”, o a “un pan sobado”, mientras el gobierno gasta millones de dólares en “espionaje electrónico de sus ciudadanos”, como reporta el Nuevo Herald, y sigue comprando armas de guerra a Rusia y China. No hay dinero para la Gran Misión de Amor Mayor: son 700.000 viejitos que quedaron sin dinero ni medicinas, al igual que han mermado los aportes a las demás misiones y a jubilados. Un informe de Global Age Watch 2014 califica a Venezuela como uno de los peores para envejecer. Claro que no todos corren esa mala suerte: los magistrados del TSJ tienen jubilaciones escandalosas (su labor, como la de los militares, es de sostén del régimen) y lo mismo ocurre con la presidente del CNE, Tibisay Lucena, de quien Nelson Bocaranda reporta que “se jubilará con 55.000 bolívares por mes (…) y con ella sus más cercanos colaboradores con retiros entre 25.000 y 38.000 por mes”.
La hegemonía comunicacional anuncia el “Plan Navidades Felices” iniciado por Maduro con otra guerra contra los escasos comercios que sobrevivieron al Dakazo. Cuenta con miles de voraces “inspectores “listos para acabar con las pocas fuentes de empleo que quedan en el sector. Así que estas Navidades no serán felices, ni 2015 será venturoso con la inflación que nos espera de 110% a 120% y una escasez brutal. “Venezuela tocó fondo”, dice The Economist porque Pdvsa, agricultura, industria, salud y educación agonizan, mientras reina el hampa criminal.
El estruendoso fracaso de Maduro silenciado en todos los medios se expresa a gritos en los hospitales sin recursos, ni fármacos siquiera para detener la epidemia de dengue, malaria y chikungunya. Los gritos de rechazo masivo están en todas las encuestas y en las crecientes protestas sociales en las que participa gran número de descontentos que militaban en el chavismo. Por eso el PSUV acelera a puerta cerrada la renovación y control rojo del TSJ y la lista de aspirantes, también rojos, del CNE. Sobre el cadáver de Montesquieu, el régimen monta de nuevo el circo para que los poderes que controla enmascaren su dictadura con falsos rasgos democráticos.
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