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sábado, 6 de diciembre de 2014

Constituyente, revocatorio y cambio. Por Oscar Arnal


Donde hay seguridad jurídica y garantías para la inversión... no hay impunidad

OSCAR ARNAL | EL UNIVERSAL

Aunque el problema radica en su cumplimiento, cuando se cumplen 15 años de la Constitución de 1999 es imperativo hacer un balance. Especialmente cuando diversos sectores plantean la figura de la Constituyente para transformar el Estado y reformarla. El propio Libertador explicó que cada diez años había que revisar la Constitución para ponerla a tono con los signos de los tiempos.

Las nuevas figuras de la democracia participativa como la propia Constituyente y el Referéndum Revocatorio pondrán a prueba la disposición del oficialismo a cumplir lo que ahora aparece como nuevo y que ellos mismos incluyeron. Después de las parlamentarias del año entrante podrá empezar a activarse el revocatorio presidencial de mitad de periodo. La Constituyente en cambio no requiere sino de la consecución del 15% de las firmas de los electores. Muy pocos países la establecen dentro de sus estados de derecho. La Constituyente es plenipotenciaria, insubordinada y no tiene límites. Todos los poderes públicos están obligados a cumplir lo que ordene. Fue la bandera del chavismo para llegar a Miraflores y barrer el status-quo electo. Incluso la propia Constituyente del 99, convocó a unas nuevas elecciones presidenciales, donde se enfrentó el entonces presidente electo a su compañero Arias Cárdenas.

Doble filo

La Constituyente es un arma de doble filo. Quien la gana puede establecer "la tiranía de la mayoría" tan criticada por Alexis de Toquevile e imponer una nueva Constitución que no tenga la mayor suma de las voluntades políticas posibles" que es el deber ser. La Constitución de mayor duración en la historia política nacional fue la de 1961. Fue una de las consecuencias del Pacto de Puntofijo (Betancourt, Caldera, Villalba) y del Programa Mínimo Común, este último respaldado hasta por la izquierda radical.

Hay que dejar claro que no existen soluciones mágicas. Que los problemas no se solucionarán con una nueva Constitución, sino con la eficacia de la misma. Sin embargo, la Constituyente aborda el problema político más allá de los cambios que necesita la actual Constitución. Y pone al país no sólo en el "quítate tú para ponerme yo" que es lo que hace el Revocatorio.

A la muerte de Gómez el congreso "Constituyente" decidió abolir la reelección inmediata e indefinida establecida por "el tirano liberal" y recortar el periodo de 7 a 5 años. Hoy una Constituyente podría plantear algo similar. El periodo de 4 años con una reelección inmediata ha funcionado bien en repúblicas vecinas cómo Colombia y Brasil. En México el periodo de 5 sin reelección absoluta. Seis años es demasiado y la reelección indefinida golpea la alternancia. Los que tienen el poder siempre mantienen ventajas sobre los aspirantes a sustituirlos. Otro aporte sería la segunda vuelta. En casi toda América Latina existe. Genera una nueva elección entre los dos candidatos más votados cuando ninguno ha obtenido más del 50% de los votos. Algo fundamental sería el establecer el financiamiento público de las campañas. Cuando no existe, dinero con múltiples intereses se mezcla en la política nacional. Y los aportes privados fijan la agenda y tienen demasiada influencia en la conformación de la plataforma.

Autonomía

La actual Constitución establece que somos una federación descentralizada. Sin embargo, al desarrollar el poder de los Estados se queda corta y los nuestros siguen dependiendo del dinero del poder central al no tener autonomía suficiente para generar recursos propios. De la misma manera hay que fortalecer el poder de los municipios, que están en la tradición histórica. En los países desarrollados hay muchos más municipios por habitantes que los que hay en aquellos en vías de desarrollo. Algunos con proporciones tan inmanejables como Libertador o Sucre. La experiencia de municipios pequeños como Chacao o El Hatillo ha sido muy positiva. Otra modificación tendría que poner el acento en que los ascensos militares de alta graduación cuenten con el aval de la Asamblea Nacional. Que solo el presidente tenga esta responsabilidad en sus manos resulta en ausencia de controles, estimula que los más ambiciosos caigan en pleitesías y provoca rencores entre quienes sintiéndose con suficientes credenciales no ascienden.

La alternativa democrática como fuerza política debe con mucha responsabilidad ejercer los derechos establecidos en la Constitución. No para dividir más al país sino para unir. El reto del gobierno será respetar la decisión de la mayoría popular. En caso contrario el golpismo estará listo para aprovechar tamaña oportunidad.

Los países que más han progresado a nivel mundial son aquellos donde el derecho y los hechos están unidos. Donde hay seguridad jurídica y garantías para la inversión. Donde no hay impunidad.

@OscarArnal


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