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domingo, 15 de febrero de 2015

Hipercontrol del hipocambio. Por Domingo Fontiveros


Mientras más "hiper" sea el control, mayores serán los problemas

DOMINGO FONTIVEROS | EL UNIVERSAL

Al Control de Cambios (CC) el gobierno le ha prolongado la agonía con las medidas de este martes. Han tenido razón quienes sostienen que el CC no es una medida económica sino política. Lo cual implica que el CC desaparecerá "como lo conocemos" sólo cuando la razón política (o del poder), más que la presión económica (o de la escasez), lo asuma como un esperpento. Cómo y cuándo ocurrirá lo primero es una cuestión especulativa. Lo que sabemos, respecto a lo segundo, es que la economía se ha encargado de demostrar con creces su perversidad.

En estas nuevas medidas, el control se mantiene incluso para las operaciones libres del "Simadi", las cuales son libres pero dentro de regulaciones, vigilancias y diversas posibilidades de cambio de reglas. Como ha declarado un representante oficial, el requisito de tener cuentas en $ en el país para acceder a este esquema, por ejemplo, forma "parte del control que estamos obligados a realizar" y las transacciones contarán con la supervisión permanente de las autoridades (El Universal, 11 de febrero de 2015, p. 1-5).

Todo ello a pesar de que el CC es una estructura profusamente dispendiosa, cuyos costos se agigantan a medida que crece la diferencia entre el tipo oficial y los tipos que se forman fuera del sistema controlado o libre. La burocracia y los activos que utiliza tienen costos crecientes en estas condiciones. Pero estos son nimios comparados con los que ocasiona en otras actividades.

Las filtraciones (incluyendo la corrupción administrativa), desvían el uso final de las divisas al tipo oficial hacia destinos diferentes a los previstos. Las situaciones de escasez crónica o intermitente en los flujos comerciales se van extendiendo de unos segmentos a otros, creándose una gama de artículos de oferta precaria que va desde alimentos y medicinas, hasta repuestos, automóviles, computadoras, celulares, libros, papel, pasajes, etc. Las exportaciones ilegales de bienes con notables diferencias entre los precios internos y los externos (contabilizados a tipo libre), forman apenas una parte de la variedad de mecanismos por los cuales el CC crea nichos privilegiados que nutren la riqueza de roscas y mafias que se adueñan en magnitud ascendente del excedente económico del país, sin contribuir productivamente en nada.

El régimen trató al principio de justificar el CC alegando una situación de emergencia en el flujo de divisas (causada por el paro petrolero de 2002) y declarando que el mismo sería transitorio. La emergencia de divisas quedó atrás luego de un corto tiempo y posteriormente sobrevino una espectacular bonanza de ingresos petroleros durante la cual se mantuvo paradójicamente el CC. Han pasado 12 años y contamos ahora con la versión 33 del convenio cambiario que promedia así casi 3 por año.

Lo cierto es que el CC ha corroído la base productiva del país. Ha sido inútil frente a la inflación. Ha castigado la producción interna y premiado a los importadores, a los del Estado, a sus socios particulares y a quienes habiendo abandonado esfuerzos que antes hicieron para competir con las importaciones subsidiadas se han convertido en importadores colados entre los resquicios que desatienden los grandes monopolistas del comercio exterior. Las exportaciones no petroleras han virtualmente desaparecido, incluso para industrias pesadas como el acero, aluminio, cemento y petroquímicos. Y ha condicionado el espantoso incremento de las deudas del sector público.

En lugar de evolucionar, el gobierno sigue atascado en una política cambiaria y económica que no funciona para el bienestar general sino el de unos pocos. Mantiene atado por lo bajo al tipo oficial (de allí el hipocambio) y por ello se ve obligado a recurrir a controles cada vez más intensos e intimidantes para los actores comunes y honestos del quehacer comercial (de allí el hipercontrol), en medio de una insuficiencia evidente de divisas para atender las necesidades, incluso elementales, del país. Mientras más "hiper" sea el control, mayores serán los problemas y estrangulamientos que ocasione.

Para salir del marasmo las autoridades tienen que eliminar el hipocambio, asumir las consecuencias inmediatas, y ajustar las variables fiscal y monetaria para prevenir el estallido de una espiral inflacionaria que sigue en gestación.

dffontiveros@gmail.comi


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