José Guerra / ND
Con el paso de los días es cada vez más claro el estado calamitoso en el cual se encuentra la economía venezolana. ¿Dónde reside la causa de la actual crisis económica? La tesis del gobierno de Maduro y de sus agentes de relaciones públicas, a cargo de varios medios de comunicación es que se trata de una conspiración contra Venezuela donde los comerciantes cometerían el suicidio de no vender y los productores el de no producir. Esa explicación no resiste ningún argumento, por elemental que sea.
Lo que más se acerca a la realidad sobre lo que sucede en Venezuela en términos económicos es que en realidad lo que ha fracasado es el modelo económico del socialismo del siglo XXI, el cual se basó en la estatización y nacionalización de los medios de producción, la exacerbación de la dependencia de la economía nacional respecto del petróleo y la aplicación de controles generalizados de precios y de cambio. Son estos elementos los que han hecho crisis. Mientras el precio del petróleo se mantuvo en el entorno de los US$ 100 por barril, la crisis no se hacía evidente. Ya en 2009, con la caída de la economía mundial y de los precios de los hidrocarburos, sonó la primera alarma. No se adoptó ninguna medida para sanear la economía y ahora los resultados están a la vista.
El conglomerado de empresas ahora en manos del Estado está en quiebra y ello ha llevado a que el BCV tenga que emitir dinero para enjugar los déficits de esas empresas. El control de precios ha averiado la rentabilidad de muchas empresas que trabajan con precios regulados y el control de cambios, con sus tres tasas de cambio oficiales, luce disfuncional y está provocando el alza indetenible del dólar paralelo.
Hoy los síntomas del colapso son manifiestos. En primer lugar, hay una inflación galopante, fuera de control, que está deteriorando severamente la capacidad adquisitiva de los asalariados. Hoy Venezuela corre el riesgo de sufrir una hiperinflación. En segundo lugar, la actividad económica está picada al estimarse que el producto interno bruto disminuya más de 6,0%. Ello representa una reducción de los ingresos y sin dudas aumentará los niveles de pobreza. En tercer lugar, el bolívar está siendo objeto de una depreciación pronunciada que sin dudas va a incidir sobre la tasa de inflación. Finalmente, tiene Venezuela un equipo de gobierno en el área económica sumamente inepto e incapaz para concebir un programa coherente y de adoptar las medidas que el país reclama para encarar una situación tan difícil. Lamentablemente en el horizonte previsible no se avizora una mejoría de la situación económica.
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