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lunes, 1 de junio de 2015

EL NACIONAL y el pequeño chavista interior. por Thays Peñalver


Thays Peñalver / El Nacional

Fue el famoso juez estadounidense Potter Stewart, el dueño de una frase memorable que es quizás la que nos puede ayudar a entender el desprecio de muchos venezolanos por “la conducta” de los medios de comunicación: “La censura refleja una falta de confianza de la sociedad en sí misma y es el sello distintivo de los regímenes autoritarios” (sic). El problema por consiguiente, no son los “medios de comunicación”, el problema reside en los hogares, en la familia como base de la sociedad y en la educación del receptor de la información. El problema no está en una película violenta, ni en una telenovela, ni en una noticia, sino en quien es capaz o no de discernir lógicamente sobre la película, la telenovela o la noticia. Es, pues, un problema básico de ignorancia, la televisión no emboba a la gente, es la educación la que debe desembobarla.

Aquí es donde precisamente radica “el problema” de los medios de comunicación venezolanos, porque la arremetida de censura contra los editores de los principales medios independientes, no es otra cosa que un reflejo de nuestra decadencia como sociedad. ¿Creo yo que el segundo hombre más importante de la revolución es el jefe del cartel de narcotráfico, como lo señaló un comandante asignado a la custodia cercana del líder de la revolución? Mi respuesta es no, no creo que Raúl Castro fue el “líder del Cartel de La Habana” como lo señaló su custodio. Pero las preguntas que se hicieron en el pasado y ameritaron una respuesta convincente fueron: ¿estaba Raúl Castro implicado por necesidades financieras de la isla como sostenían los narcotraficantes? ¿Era, como sostienen algunos especialistas, una forma de financiar a las Fuerzas Revolucionarias de Colombia y Nicaragua, en la medida en que Rusia comenzaba a colapsar?, ¿le dieron la orden a estos generales de hacerse la vista gorda para que los grupos insurgentes pudieran financiar su guerra y luego todo se descompuso? ¿O se trató simplemente de un “cartel de generales” “aliados del narcotráfico” como terminó explicando el mismísimo Fidel Castro?

Por eso es que se necesitan medios de comunicación libres y plurales aunque a algunos no nos guste lo que digan, porque de la noticia también emerge algo muy difícil de creer, como, por ejemplo, que el poderoso sistema de inteligencia cubano no se hubiera percatado jamás de los manejos de su generalato o que el sistema de vigilancia electrónica y radares instalado y operado por la inteligencia no se hubiera dado cuenta de los cientos de vuelos del narcotráfico que aterrizaban semanalmente, pero sí eran capaces de derribar a los aviones de “Hermanos al Rescate”.

Pero si en vez de discernir y entender de dónde proviene la noticia, quién y qué credibilidad tiene la fuente, hasta qué punto esa fuente está actuando o no en su propio beneficio, dónde surge la noticia y acreditarle el valor noticioso respectivo, decido que la noticia no me gusta y culpo al medio de comunicación o me creo a pies juntillas que Raúl Castro era el jefe del cartel de La Habana, pues tendría el mismo problema que tiene el lector incapaz de discernir, en su soberbia ignorancia, sobre la libertad de prensa y saldría ese pequeño chavista que muchos tienen que controlar para que la ignorancia no sea la gran ganadora. Porque a fin de cuentas “la censura refleja una falta de confianza” no únicamente en nosotros como sociedad, sino en nosotros como individuos.

Por eso lo más perverso es el silencio masivo del gremio periodístico, incluidos los chavistas, porque lo que está en peligro aquí es la libertad de prensa y sobre todo la libertad de los periodistas en el futuro, porque esas personas, exfuncionarios y funcionarios en ejercicio son “fuentes periodísticas” que tienen constitucionalmente “derecho de expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz” y “de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión”, sin que pueda establecerse censura” (artículo 58) lo que hace que un medio, entre otras cosas, esté imposibilitado para censurarlo. Ahora bien, en todos los casos y sin excepción, tanto el del los diputados Borges y Machado inculpados por funcionarios chavistas de liderar el narcotráfico o funcionar como carteles de la droga, como el del gobernador Capriles, quien no solo fue inculpado de ser líder de un cartel de drogas, sino de prostitución de menores, las fuentes son funcionarios políticos y militares del chavismo, por lo que podría serle, en un futuro, también aplicada la real malicia a Noticias 24, al diario 2001, los directores de prensa del PSUV o Globovisión y también el otro medio que se dice imparcial, que es donde emergieron esas noticias.

¿Tienen los diputados Borges y Machado o el gobernador Capriles derecho de acudir a los tribunales para que se les respete y garantice su honorabilidad? Sin duda alguna. ¿Tienen derecho de ordenar el enjuiciamiento de los directivos de Globovisión o Noticias 24 etc.? De ninguna manera, porque en estos casos la misma Constitución deja claro que: “Quien haga uso de este derecho –en este caso de expresar libremente sus opiniones haciendo uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión– asume plena responsabilidad por todo lo expresado”. Culpar a los medios de comunicación del drama de familia y educación que vivimos es, por mucho, la mayor demostración de nuestro verdadero drama y del tercermundismo que impera en la cabeza de una buena parte de la población, donde manda, sin lugar a dudas, ese chavecito que algunos llevan por dentro y que solo la educación mantiene a raya.


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