Fausto Masó / El Nacional
No nos guardará una sorpresa Maduro porque prefiera pasar a la historia de una forma digna. Ahora ¡Giordani! le da consejos, el último chavista declara que él no es madurista. Hasta los guyaneses lo maltratan. Mark Phillips, jefe de las fuerzas militares de Guayana, repite que sus tropas rechazarán cualquier intento venezolano de realizar una incursión en el territorio nacional, es decir, en el Esequibo. La prensa guyanesa lo compara con Sadam Hussein; afirma que, como el dictador iraquí después de acusar a los kuwaitís de extraer petróleo en territorios de Iraq, quiere también invadir a su vecino. Sin demasiada sutileza, los guyaneses se jactan de contar con el apoyo de Estados Unidos, Brasil, Cuba y sus vecinos del Caricom.
¿Quién elaborará los nuevos sueños de Venezuela? Tarde o temprano, dentro de 20 años, o el próximo mes, alguien inventará una respuesta, buena o mala, o sencillamente según vaya viniendo iremos viendo, es decir, lo que estamos haciendo, porque ni Maduro ni la oposición imaginan otro país. El chavismo sin Chávez perdió la razón de ser.
Maduro representa la vulgarización del chavismo. Jorge Rodríguez, los alzados del 4F, Aristóbulo y otros poseían una vida pública antes de conocer a Chávez, Maduro salió de la nada; pudo haber estudiado en la universidad, su padre lo iba a buscar al colegio, como al hijo de una buena familia de clase media. La agitación política lo encauzó en la vida, lo salvó de ser una bala perdida, encontró una razón de ser en la ilusión revolucionaria en los tiempos en que mayoría de la izquierda prefería la ruta electoral.
Maduro continúa en Miraflores solo por la ineficacia de la oposición, pero ha habido presidentes mediocres, generales ineptos, gerentes de empresa ignorantes, a los que los ayudan instituciones que funcionan, o que enfrentan ejércitos peor dirigidos, y cuentan con un factor decisivo a su favor, la suerte. A los líderes carismáticos los suceden a menudo segundones. ¿Cómo imaginamos a Nicolás Maduro? Lo suponemos durmiendo la siesta; Maduro es un radical, pero también un hombre sin sorpresas; no tiene ningún plan a largo, corto o mediano plazo. Lo suyo es repetir lo que ha hecho hasta ahora, es decir, no hacer nada.
También la oposición carece de un verdadero plan, aparte del deseo de remplazar a Maduro en el poder y de tediosos programas que nadie lee, preparados por técnicos responsables. La Generación del 28 decidió el futuro de Venezuela, creó un país moderno, fue la generación más brillante de toda la historia. Hoy en la oposición y en el gobierno falta esa inspiración para pensar a largo plazo, entusiasmar a los venezolanos.
El buen político manipula las ilusiones pero conserva una dosis de realidad para no despeñarse, como Chávez, que hablaba de un mundo irreal con los pies colocados sobre la tierra, llevándonos hacia la pobreza, mientras entusiasmaba a sus seguidores, sin correr los riesgos de las verdaderas revoluciones. Proclamaba ser discípulo del Che Guevara pero daba dólares subsidiados a la clase media para viajar a Disney World.
Faltan grandes políticos en Venezuela, hombres que sueñen con un futuro posible, ojalá que de pronto algunos nos sorprenda. Chávez no quería a su lado dirigentes con capacidad para gobernar; en la oposición, después de tantos años fuera del poder, ocurre algo igual, falta capacidad para soñar, para imaginar otra Venezuela.
Felipe González ha vuelto de Venezuela asombrado y deprimido. Dijo entre otras cosas que “incluso los Castro consideran al régimen un estorbo”, afirma también que Nicolás Maduro es el único venezolano que ignora que el país se cae a pedazos. Aseguró en El País: “Frente a una dictadura, uno sabe a qué atenerse, pero no frente a una democracia traicionada. Venezuela es el reino de la arbitrariedad, y el presidente Maduro lleva al país hacia la destrucción”, este jueves en su primera comparecencia, en Madrid, para informar de su visita a Caracas. Felipe regresó asombrado a España, ante la decadencia del país que alguna vez fue la gran democracia Latinoamericana, contó con grandes partidos y dirigentes de primera. En Venezuela todo se derrumbó.
La herencia de Chávez es la nada, hasta los cubanos parecen querer alejarse de esta Venezuela. No la entienden, como les ocurre también a los propios venezolanos.
Le toca a la MUD inventar esa ilusión venezolana.
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