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miércoles, 20 de enero de 2016

Qué pasa, claves para entenderlo. Por Daniel Asuaje


DANIEL ASUAJE | EL UNIVERSAL

Fue muy difícil la instalación de la AN. La fracción legislativa del PSUV hizo cuanto pudo para impedirlo. La MUD también hacía lo suyo en un juego ganar-perder. En este episodio, Miraflores y la bancada legislativa del PSUV jugaron partidas separadas debido a un choque parcial de intereses. Es una cuestión de quién tiene el poder sobre quién. Si quien dirige la mayoría parlamentaria también preside el Parlamento, se convierte de facto en una suerte de copresidente, pues pasa a controlar los poderes que dependen de la AN para su nombramiento. De allí la importancia que tiene presidir la AN tanto para la MUD como para el PSUV. Si quien la preside, adicionalmente tiene influencia en las Fuerzas Armadas y en parte del Ejecutivo, su poder, entonces, es enorme. Cada posición cuenta. Así cuando Miraflores quiso sustituir a la Fiscal general, ésta buscó apoyo en el Presidente de la AN y resultó ratificada a pesar de la oposición de Miraflores. Miraflores no quiere ser controlado por sus compañeros. En todo régimen gubernamental occidental moderno el Ejecutivo o lo controla todo, regímenes autoritarios, o controla compartido todo, regímenes democráticos, pero en ningún caso acepta estar subordinado a los otros poderes. Esta negativa es más acentuada en los regímenes presidencialistas.

Por ese choque de intereses al interior del PSUV, para la instalación de la AN Miraflores y la MUD jugaron combinados para evitar que sea el TSJ quien controle al Ejecutivo. En apariencia queda en manos amigas, en la práctica significa que surge un suprapoder si el TSJ es quien controla y la AN queda anulada. Miraflores necesita una AN en manos distintas a sus propios compañeros, aunque ello signifique ser controlado por la MUD, pero así tiene más autonomía para negociar e impulsar sus propias medidas para salir de la crisis (aunque su ruta de soluciones más bien tiende a profundizarla, pero esto, como dicen los italianos, é un altro discorso).

Dentro del chavismo hay fisuras muy profundas. Una lucha intestina los divide. Cito de nuevo a Konrad Adenauer quien dijo alguna vez "hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido" y es que las luchas internas pueden llegar a ser más feroces que con enemigos externos. En estos momentos la MUD y Maduro son aliados tácticos. A ambos les conviene sacar del juego a los radicales, o por lo menos reducirlos tanto como puedan. En este lance, abrir nuevos frentes no luce conveniente. Ramos Allup hizo una alusión necesaria sobre la participación de los militares en la diatriba política, pero inoportuna. El sector militar ha dado respaldo institucional tanto al Ejecutivo como a la mayoría parlamentaria electa y si bien es necesario por el bien de la democracia que quien tiene las armas no sea deliberante, no parece éste el momento de dar esa pelea.

En este forcejeo de poderes tampoco debió juramentarse a los parlamentarios impugnados si no se estaba determinado a correr con todas las consecuencias porque cuando la política se parece, o es una guerra, se debe tener total determinación para llegar hasta el final de un camino una vez iniciado. Como en el ajedrez, con jugada no hay vuelta atrás. Debió hacerse una vez lograda cualquiera de las dos siguientes condiciones previas: a) Comparecencia del Presidente ante la AN. Esto ya era un triunfo político tanto para Miraflores como para la oposición, o b) Pronunciarse en cámara sobre el nombramiento ilegal de los trece Magistrados. Finalmente, es inadmisible hacerlo sin un Plan B.

Ser aliados tácticos no es eliminación de ataques mutuos. Dice tan sólo que no sitúan, por ahora, al otro su mira principal. Habrá forcejeos. Prueba de ello es el hábil aprovechamiento de Maduro de las provocaciones hechas por la bancada opositora durante su alocución ante la AN. También los señalamientos hechos por Chúo Torrealba exigiendo la renuncia del Presidente a raíz de su aceptación de que hay crisis. Pero también habrá cortesías. Un efecto interesante de la Presidencia de la AN en manos opositoras es que mientras más frecuentes sean las relaciones institucionales entre Miraflores y la AN, en esa misma medida tenderá a ser menos hostil el tono relacional entre ambos. Algo de esto se evidenció en el tratamiento mutuo que se brindaron Maduro y Ramos Allup durante la comparecencia del primero ante la AN.

Este reacomodo de fuerzas, alianzas transitorias, tensa coexistencia es lo que pasa y habrá este año. Las claves para entenderlo serán los intentos de acumular el mayor capital político posible a costa del otro ante una eventual salida electoral este año, ganar terreno al contrario, no abrir nuevos frentes, tratar de dividir al oponente y cohesionar a los propios seguidores tanto como se pueda, todo ello en medio de una coyuntura social y económica en acelerado deterioro, que los enfrentará en la inteligencia del diseño y adopción de medidas que solucionen , o al menos alivien, las penurias nuestras de hoy. Se dice fácil, hacerlo es otro cantar.

dh.asuaje@gmail.com


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