Luis Vicente León / El Universal
El presidente ha dicho que en este segundo semestre del año el país se dirige hacia una bonanza económica. Más allá del intento plausible de generar confianza, en medio de una situación brutal de depresión colectiva, la probabilidad de que este deseo se convierta en realidad es muy, pero muy baja. La crisis es atómica y no saldremos de ella ilesos.
El gobierno ha tomado algunas decisiones tratando de mejorar el drama que ellos mismos han creado con su modelo inadecuado, pero son estrategias puntuales y desarticuladas que no conducen a una solución de fondo ni atacan las causas del problema, que son el intervencionismo, los controles y la hostilidad frente a la empresa privada, un sector sin el cual será imposible resolver la crisis.
Incluso si el gobierno estructurara una salida económica racional, el tiempo transcurrido sin haber tomado las decisiones adecuadas, más el impacto y el deterioro que ese error ha causado en el aparato productivo, el nivel de desconfianza de los consumidores e inversionistas, el cierre de fuentes de financiamiento internacional y los enormes rezagos de precios con los bienes regulados impiden ser optimistas en una recuperación rápida y no traumática.
El problema no se resolverá sin costos e impactos negativos. Y para protegerse de ese temporal se requiere mucho dinero para subsidios directos a la población más pobre que ya se encuentra abatida. Y ese dienro sólo puede venir de organismos internacionales a los cuales el mismo gobierno les ha cerrado la puerta sin razón lógica alguna.
Países como México y Colombia, en condiciones mucho más favorables que Venezuela, han recurrido este año al Fondo Monetario Internacional y han obtenido dinero fresco y barato para ayudarlos a abordar sus problemas. Y lo han hecho sin complejos ideológicos que los metan en un callejón sin salida.
Se puede ser optimista en relación con el mediano plazo en Venezuela, pues el país tiene sin duda mucha capacidad de superación y está en esta coyuntura perversa sin ninguna necesidad, por errores de políticas que son concretos y conocidos. También está claro que el país no aguanta permanecer en las mismas circunstancias y buscará sus propias dinámicas de cambio, pero a corto plazo no hay ninguna duda que el país y su gente pasará mucho trabajo antes de rescatar los equilibrios.
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